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La Oración
do los ángeles todopoderosos, revestidos de la armadura del cielo,
acuden en auxilio del alma perseguida y desfalleciente, Satanás y
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su hueste retroceden, sabiendo perfectamente que han perdido la
batalla. Los súbditos voluntarios de Satanás son fieles, activos y
unidos en un propósito, y aunque se aborrecen y se hacen guerra
mutuamente, aprovechan toda oportunidad para fomentar su interés
común. Pero el gran General del cielo y de la tierra ha limitado el
poder de Satanás.—
Testimonios para la Iglesia 1:309
.
Los seres celestiales son concedidos como guardianes de todos
los que trabajen en los caminos de Dios y sigan sus planes. Con
ferviente y contrita oración, podemos pedir que los instrumentos
celestiales estén a nuestro lado. Ejércitos invisibles de luz y poder
trabajarán con los mansos y humildes.—
Mensajes Selectos 1:113
.
Vi que algunos, con fe robusta y gritos acongojados, clamaban
ante Dios. Estaban pálidos y sus rostros demostraban la profunda
ansiedad resultante de su lucha interna. Gruesas gotas de sudor
bañaban su frente; pero con todo, su aspecto manifestaba firmeza y
gravedad. De cuando en cuando brillaba en sus semblantes la señal
de la aprobación de Dios, y después volvían a quedar en severa,
grave y anhelante actitud.
Los ángeles malos los rodeaban, oprimiéndolos con tinieblas
para ocultarles la vista de Jesús y para que sus ojos se fijaran en la
oscuridad que los rodeaba, a fin de inducirlos a desconfiar de Dios y
murmurar contra él. Su única salvaguardia consistía en mantener los
ojos alzados al cielo, pues los ángeles de Dios estaban encargados
del pueblo escogido y, mientras que la ponzoñosa atmósfera de los
malos ángeles circundaba y oprimía a las ansiosas almas, los ángeles
celestiales batían sin cesar las alas para disipar las densas tinieblas.
De cuando en cuando Jesús enviaba un rayo de luz a los que
angustiosamente oraban, para iluminar su rostro y alentar su corazón.
Vi que algunos no participaban en esta obra de acongojada demanda,
sino que se mostraban indiferentes y negligentes, sin cuidarse de
resistir a las tinieblas que los envolvían, y estas los encerraban como
una nube densa. Los ángeles de Dios se apartaron de ellos y acudie-
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ron en auxilio de los que anhelosamente oraban. Vi ángeles de Dios
que se apresuraban a auxiliar a cuantos se empeñaban en resistir con
todas sus fuerzas a los ángeles malos y procuraban ayudarse a sí
mismos invocando perseverantemente a Dios. Pero nada hicieron