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Oraciones falsas
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los afectos del mundo y fijarlos en Cristo. Tener un nuevo corazón
es tener una mente nueva, nuevos propósitos, nuevos motivos. ¿Cuál
es la señal de un corazón nuevo? Una vida cambiada. Se produce
día tras día, hora tras hora, una muerte del orgullo y el egoísmo.—
Mensajes para los Jóvenes, 69, 70
.
[313]
La oración no sustituye a la obediencia
Hay hombres y mujeres que seguirán sus propias inclinaciones,
aun frente a las más claras órdenes de Dios y luego se atreverán a
orar sobre el asunto pidiéndole a Dios que les permita continuar en
dirección contraria a su voluntad. Satanás se acerca a tales personas,
tal como lo hizo con Eva en el Edén, y ejerce su influencia sobre
ellas. Porque experimentan ciertas emociones, estas personas creen
estar teniendo una maravillosa experiencia con Dios.—
Consejos
sobre la Salud, 108
.
La comunión con Dios imparte al alma un íntimo conocimiento
de su voluntad. Pero muchos de los que profesan la fe, no saben lo
que es la verdadera conversión. No han experimentado la comunión
con el Padre por medio de Jesucristo, y no han sentido el poder
de la gracia divina para santificar el corazón. Orando y pecando,
pecando y orando, viven llenos de malicia, engaño, envidia, celos y
amor propio. Las oraciones de esta clase son abominación delante
de Dios. La verdadera oración requiere las energías del alma y afecta
la vida. El que presenta así sus necesidades delante de Dios, siente
la vanidad de todo lo demás bajo el cielo.—
Testimonios Selectos
3:386, 387
.
El cumplimiento de las promesas de Dios es condicional, y la
oración no ocupará nunca el lugar del deber. “Si me amáis—dice
Cristo—, guardad mis mandamientos”. “El que tiene mis manda-
mientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama,
será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.
Juan 14:15, 21
. Aquellos que presentan sus peticiones ante Dios,
invocando su promesa, mientras no cumplen con las condiciones,
insultan a Jehová. Invocan el nombre de Cristo como su autoridad
para el cumplimiento de la promesa, pero no hacen las cosas que
demostrarían fe en Cristo y amor por él.—
Palabras de Vida del Gran
Maestro, 109
.