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La Oración
en su tesoro celestial, las riquezas que no se pueden perder en ningún
desastre terrenal.—
Hijos e Hijas de Dios, 190
.
Contraste entre las oraciones genuinas y las falsas
El pobre publicano que oraba diciendo: “¡Dios, ten misericordia
de mí, pecador!” (
Lucas 18:13
) se consideraba a sí mismo como un
hombre muy malvado y así lo consideraban los demás, pero él sentía
su necesidad, y con su carga de pecado y vergüenza vino delante de
Dios implorando su misericordia. Su corazón estaba abierto para que
el Espíritu de Dios hiciese en él su obra de gracia y lo libertase del
poder del pecado. La oración jactanciosa y presuntuosa del fariseo
mostró que su corazón estaba cerrado a la influencia del Espíritu
Santo. Por estar lejos de Dios, no tenía idea de su propia corrupción,
que contrastaba con la perfección de la santidad divina. No sentía
necesidad alguna y no recibió nada.—
El Camino a Cristo, 29
.
Hay dos clases de oración: la que es una fórmula y la oración
de fe. La repetición de frases establecidas y habituales cuando el
corazón no siente necesidad de Dios, es una oración de forma...
Debemos tener sumo cuidado para que nuestras oraciones expresen
los deseos del corazón y lo que realmente queremos decir. Todas
las palabras rebuscadas que están a nuestro alcance no equivalen
a un solo deseo santo. Las oraciones más elocuentes son vanas
repeticiones si no expresan los sentimientos del corazón. Pero la
oración que nace del corazón ferviente, (cuando expresamos nuestros
sencillos anhelos tal como pediríamos un favor a un amigo terrenal,
esperando que nos fuera concedido) esa es la oración de fe. El
publicano que subió al templo a orar es un buen ejemplo de adorador
sincero y devoto. Él sentía que era un pecador y su gran necesidad
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lo indujo a dar expresión a su apasionado deseo: “Dios, sé propicio
a mí, pecador”.—
Mi vita hoy, 19
.
De Cristo se dice: “Estando en agonía oraba más intensamente”.
¡Qué contraste presentan con esta intercesión de la Majestad celestial
las débiles y tibias oraciones que se ofrecen a Dios! Muchos se
conforman con el servicio de los labios, y pocos tienen un anhelo
sincero, ferviente y afectuoso por Dios.
La comunión con Dios imparte al alma un íntimo conocimiento
de su voluntad. Pero muchos de los que profesan la fe, no saben lo