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Satanás y la oración
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ferviente oración de fe, y envía refuerzos de ángeles poderosos en
fortaleza para que lo libren.
Satanás no puede soportar que se recurra a su poderoso rival,
porque teme y tiembla ante su fuerza y majestad. Al sonido de la
oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla. Él continúa
llamando legiones de malos ángeles, para lograr su objeto. Cuan-
do los ángeles todopoderosos, revestidos de la armadura del ciclo,
acuden en auxilio del alma perseguida y desfalleciente, Satanás y
su hueste retroceden, sabiendo perfectamente que han perdido la,
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batalla. Los voluntarios súbditos de Satanás son fieles, activos y
unidos en un propósito, y aunque se aborrecen y se hacen guerra
mutuamente, aprovechan toda oportunidad para fomentar su interés
común. Pero el gran General del cielo y de la tierra ha limitado el
poder de Satanás.—
Joyas de los Testimonios 1:122
.
Hay un gran poder en la oración. Nuestro poderoso adversario
constantemente procura mantener lejos de Dios al alma turbada. Una
súplica elevada al cielo por el santo más humilde es más temible para
Satanás que los decretos gubernamentales o las órdenes reales.—
Comentario Bíblico Adventista 2:1002
.
Guardaos de descuidar la oración secreta y el estudio de la Pala-
bra de Dios. Estas son vuestras armas contra aquel que se esfuerza
por obstaculizar vuestro progreso hacia el cielo. El primer descuido
de la oración y del estudio de la Biblia hace más fácil el segundo.
La primera resistencia a los ruegos del Espíritu prepara el camino
para la segunda. De este modo se endurece el corazón y se hace
insensible la conciencia.—
Mensajes para los Jóvenes, 94
.
Oremos mucho más cuanto menos sintamos la inclinación de te-
ner comunión con Jesús. Si así lo hacemos quebraremos las trampas
de Satanás, desaparecerán las nubes de oscuridad, y gozaremos de
la dulce presencia de Jesús.—
Exaltad a Jesús, 366
.
La oración prevalece contra Satanás
La oración de fe es la gran fortaleza del cristiano y con toda
seguridad prevalecerá contra Satanás. Por esto él insinúa que no
necesitamos de la oración. Detesta el nombre de Jesús, nuestro Abo-
gado; y cuando acudimos fervorosamente a él por ayuda, la hueste
de Satanás se alarma. Sirve bien a sus propósitos que descuidemos