Capítulo 28—La oración en los últimos días
Ahora más que nunca es necesario que oremos
Si el Salvador de los hombres, a pesar de su fortaleza divina,
necesitaba orar, ¡cuánto más debieran los débiles y pecaminosos
mortales sentir la necesidad de orar con fervor y constancia! Cuando
Cristo se veía más fieramente asediado por la tentación, no comía.
Se entregaba a Dios, y gracias a su ferviente oración y perfecta
sumisión a la voluntad de su Padre salía vencedor. Sobre todos los
demás cristianos profesos, debieran los que profesan la verdad para
estos últimos días imitar a su gran Ejemplo en lo que a la oración se
refiere.—
Consejos sobre el Régimen Alimenticio, 61
.
Nuestra responsabilidad de orar por más años de gracia
Debe haber más espiritualidad, una consagración más profunda
a Dios y un celo en su obra que nunca se ha alcanzado todavía.
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Debe dedicarse mucho tiempo a la oración, para que las vestidura
de nuestro carácter sean lavadas y emblanquecidas en la sangre del
Cordero.
Debemos en forma especial, y con fe inquebrantable, pedir a
Dios que dé ahora a su pueblo gracia y poder. No creemos que haya
llegado plenamente el tiempo en que han de restringirse nuestras
libertades. El profeta vio “cuatro ángeles que estaban sobre los
cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra,
para que no soplase viento sobre la tierra ni sobre la mar, ni sobre
ningún árbol”. Otro ángel que ascendía desde el oriente, clamó a
ellos diciendo: “No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles,
hasta que señalemos a los siervos de nuestro Dios en sus frentes”.
Apocalipsis 7:1, 3
. Esto señala la obra que tenemos que hacer ahora.
Una gran responsabilidad incumbe a los hombres y mujeres que oran
en todo el país, para que pidan a Dios que rechace la nube del mal,
y nos conceda algunos años más de gracia en que trabajar para el
Maestro. Clamemos a Dios para que sus ángeles retengan los cuatro
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