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La Oración
vientos hasta que los misioneros sean enviados a todas partes del
mundo y proclamen la amonestación contra los que desobedecen la
ley de Jehová.—
Joyas de los Testimonios, 324, 325
.
Orar en tiempos de paz preparará al pueblo de Dios para los
tiempos de prueba en el fin
Los siervos de Cristo no habían de preparar discurso alguno
para pronunciarlo cuando fuesen llevados a juicio. Debían hacer
su preparación día tras día al atesorar las preciosas verdades de la
Palabra de Dios, y al fortalecer su fe por la oración. Cuando fuesen
llevados a juicio, el Espíritu Santo les haría recordar las verdades
que necesitasen.
Un esfuerzo diario y ferviente para conocer a Dios, y a Jesu-
cristo a quien él envió, iba a impartir poder y eficiencia al alma. El
conocimiento obtenido por el escrutinio diligente de las Escrituras
iba a cruzar como rayo en la memoria al debido momento. Pero si
algunos hubiesen descuidado el familiarizarse con las palabras de
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Cristo y nunca hubiesen probado el poder de su gracia en la dificul-
tad, no podrían esperar que el Espíritu Santo les hiciese recordar sus
palabras. Habían de servir a Dios diariamente con afecto indiviso, y
luego confiar en él.—
El Deseado de Todas las Gentes, 321
.
Vivimos en el período más solemne de la historia de este mun-
do. La suerte de las innumerables multitudes que pueblan la tierra
está por decidirse. Tanto nuestra dicha futura como la salvación de
otras almas dependen de nuestra conducta actual. Necesitamos ser
guiados por el Espíritu de Verdad. Todo discípulo de Cristo debe
preguntar seriamente: “¿Señor, qué quieres que haga?” Necesita-
mos humillarnos ante el Señor, ayunar, orar y meditar mucho en su
Palabra, especialmente acerca de las escenas del juicio. Debemos
tratar de adquirir actualmente una experiencia profunda y viva en las
cosas de Dios, sin perder un solo instante. En torno nuestro se están
cumpliendo acontecimientos de vital importancia; nos encontramos
en el terreno encantado de Satanás.—
Seguridad y Paz en el Conflicto
de los Siglos, 659
.
Los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una
fe capaz de soportar el cansancio, la demora y el hambre, una fe que
no desmaye a pesar de las pruebas más duras. El tiempo de gracia les