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La oración en los últimos días
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es concedido a todos a fin de que se preparen para aquel momento.
Jacob prevaleció porque fue perseverante y resuelto. Su victoria es
prueba evidente del poder de la oración importuna. Todos los que
se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él, y que sean tan
sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como él. Los que no
están dispuestos a negarse a sí mismos, a luchar desesperadamente
ante Dios y a orar mucho y con empeño para obtener su bendición,
no lo conseguirán. ¡Cuán pocos cristianos saben lo que es luchar
con Dios! ¡Cuán pocos son los que jamás suspiraron por Dios con
ardor hasta tener como en tensión todas las facultades del alma!
Cuando olas de indecible desesperación envuelven al suplicante,
¡cuán raro es verle atenerse con fe inquebrantable a las promesas de
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Dios!—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 679
.
La oración nos ha de salvaguardar hasta el fin
Hasta que el conflicto termine, habrá quienes se aparten de Dios.
Satanás ordenará de tal manera las circunstancias que, a menos que
seamos guardados por el poder divino, ellas debilitarán casi imper-
ceptiblemente las fortificaciones del alma. Necesitamos preguntar a
cada paso: “¿Es este el camino del Señor?” Mientras dure la vida,
habrá necesidad de guardar los afectos y las pasiones con propósito
firme. Ni un solo momento podemos estar seguros, a no ser que
confiemos en Dios y tengamos nuestra vida escondida en Cristo. La
vigilancia y la oración son la salvaguardia de la pureza.
Todos los que entren en la ciudad de Dios lo harán por la puerta
estrecha, con esfuerzo y agonía; porque “no entrará en ella ninguna
cosa sucia, o que hace abominación”.
Apocalipsis 21:27
. Pero nadie
que haya caído necesita desesperar. Hombres de edad, que fueron
una vez honrados por Dios, pueden haber manchado sus almas y
sacrificado la virtud sobre el altar de la concupiscencia; pero si se
arrepienten, abandonan el pecado y se vuelven a su Dios, sigue
habiendo esperanza para ellos. El que declara: “Sé fiel hasta la
muerte, y yo te daré la corona de la vida” (
Apocalipsis 2:10
), formula
también esta invitación: “Deje el impío su camino, y el hombre
inicuo sus pensamientos; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él
misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.
Isaías 55:7
. Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador. Declara: