Dios nos invita a orar
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facultades espirituales perderán su vitalidad, la experiencia religiosa
carecerá de salud y vigor...
Es algo maravilloso que podamos orar eficazmente; que seres
mortales indignos y sujetos a yerro posean la facultad de presentar
sus peticiones a Dios. ¿Qué facultad más elevada podría desear el
hombre que la de estar unido con el Dios infinito? El hombre débil
y pecaminoso tiene el privilegio de hablar a su Hacedor. Podemos
pronunciar palabras que alcancen el trono del Monarca del universo.
Podemos hablar con Jesús mientras andamos por el camino, y él
dice: Estoy a tu diestra.—
Mensajes para los Jóvenes, 247, 248
.
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La oración secreta, el alma de la religión
No descuidéis la oración secreta, porque es el alma de la religión.
Con oración ferviente y sincera, solicitad pureza para vuestra alma.
Interceded tan ferviente y ardorosamente como lo haríais por vuestra
vida mortal, si estuviese en juego. Permaneced delante de Dios hasta
que se enciendan en vosotros anhelos indecibles de salvación, y
obtengáis la dulce evidencia de que vuestro pecado está perdonado.—
Joyas de los Testimonios 1:56, 57
.
Toda oración sincera es oída
Hasta entonces los discípulos no conocían los recursos y el poder
ilimitado del Salvador. Él les dijo: “Hasta ahora nada habéis pedido
en mi nombre”.
Juan 16:24
. Explicó que el secreto de su éxito
consistiría en pedir fuerza y gracia en su nombre. Estaría delante
del Padre para pedir por ellos. La oración del humilde suplicante es
presentada por él como su propio deseo en favor de aquella alma.
Cada oración sincera es oída en el cielo. Tal vez no sea expresada
con fluidez; pero si procede del corazón ascenderá al santuario donde
Jesús ministra, y él la presentará al Padre sin balbuceos, hermosa y
fragante con el incienso de su propia perfección.
La senda de la sinceridad e integridad no es una senda libre de
obstrucción, pero en toda dificultad hemos de ver una invitación
a orar. Ningún ser viviente tiene poder que no haya recibido de
Dios, y la fuente de donde proviene está abierta para el ser humano
más débil. “Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre—dijo