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La Oración
llegará de la manera y en la ocasión que mejor cuadren a vuestra
necesidad. Las oraciones que elevéis en la soledad, en el cansancio,
en la prueba, Dios las contestará, no siempre según lo esperabais,
pero siempre para vuestro bien.—
Mensajes para los Jóvenes, 248
.
Dios escucha las oraciones por la conversión de las almas
Cuando los que conocen la verdad practiquen la abnegación
ordenada en la Palabra de Dios, el mensaje se proclamará con poder.
El Señor oirá nuestras oraciones en favor de la conversión de las
almas. El pueblo de Dios dejará brillar su luz y los incrédulos al ver
sus buenas obras, glorificarán a nuestro Padre celestial.—
Consejos
sobre Mayordomía Cristiana, 316, 317
.
Confiemos plenamente en que Dios escucha nuestras oraciones
El pueblo de Dios debe avanzar con entendimiento. No debiera
estar satisfecho hasta haber confesado todo pecado conocido; des-
pués de esto tienen el privilegio y el deber de creer que Jesús los
acepta. No deben esperar que otros se abran paso a través de las
tinieblas y obtengan la victoria para que ellos la disfruten. Ese gozo
durará únicamente hasta que termine la reunión. A Dios hay que
servirle por principio y no por sentimiento. Ganad la victoria para
vosotros mismos en la mañana y en la noche en vuestra propia fa-
milia. No permitáis que vuestros afanes diarios os impidan hacerlo.
Tomad tiempo para orar, y al hacerlo, creed que os oye. Mezclad fe
con vuestras oraciones. Puede ser que no todas las veces recibáis
una respuesta inmediata, pero entonces es cuando la fe se pone a
prueba. Sois probados para ver si confiaréis en Dios, si tenéis una fe
viviente y estable: “Fiel es el que os llama, el cual también hará”.
1
Tesalonicenses 5:24
. Recorred el paso angosto de la fe. Confiad en
las promesas del Señor. Ese es el tiempo cuando se debe manifestar
fe. Pero a menudo dejáis que los sentimientos os dirijan. Buscáis
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en vosotros algo de valor cuando no os sentís reconfortado por el
Espíritu de Dios, y os desesperáis porque no podéis encontrarlo.
No confiáis suficientemente en Jesús, en el amante Jesús. No dejáis
que sus méritos sean todo. Lo mejor que vosotros podáis hacer no
merecerá el favor de Dios. Son los méritos de Jesús los que os sal-