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La Oración
caerá sobre nosotros como una lluvia.—
Testimonios para la Iglesia
1:116
.
Dios da sabiduría en respuesta a la oración
El Señor nos ha dado la promesa: “Y si alguno de vosotros tiene
falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundan-
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temente, y no zahiere; y le será dada”. Está en el orden de Dios:
que aquellos que llevan responsabilidades se reúnan a menudo pa-
ra consultarse mutuamente, y para orar con fervor por la sabiduría
que él solo puede impartir. Unidamente presentad vuestros proble-
mas a Dios. Hablad menos; mucho tiempo preciosos se pierde en
hablar sin traer ninguna luz. Únanse los hermanos en ayuno y ora-
ción para obtener la sabiduría que Dios ha prometido que supliría
liberalmente.—
Testimonios para los Ministros, 507, 508
.
La gracia de Cristo está disponible aun antes de que oremos
Aun antes de que oración sea pronunciada, o el anhelo del cora-
zón sea dado a conocer, la gracia de Cristo sale al encuentro de la
gracia que está obrando en el alma humana.—
Palabras de Vida del
Gran Maestro, 131
.
Podemos reclamar sus promesas con audacia
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Presentad esta promesa
cuando oráis. Tenemos el privilegio de ir ante Dios con santa osadía.
Si le pedimos con sinceridad que haga brillar su luz sobre nosotros,
nos oirá y contestará. Pero debemos vivir en armonía con nuestras
oraciones. No tienen valor si caminamos en dirección opuesta a
ellas. He visto a un padre que, después de leer un pasaje de las
Escrituras y orar, con frecuencia, casi tan pronto como se levantaba
de sus rodillas, comenzaba a regañar a sus hijos. ¿Cómo podía
contestar Dios la oración que se había ofrecido? Y si después de
haber increpado a sus hijos, un padre ora, ¿beneficia esa oración a
los hijos? No, a menos que sea una oración de confesión a Dios.—
Conducción del Niño, 472
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