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Las promesas de Dios y la oración
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Quienes oran reciben poder adicional
Todos son responsables por sus actos mientras estén en este
mundo de prueba. Todos tienen poder para controlar sus acciones si
lo desean. Si son débiles en la virtud y la pureza de los pensamientos
y actos, pueden obtener ayuda del Amigo de los desvalidos. Jesús
está familiarizado con todas las debilidades de la naturaleza humana,
y si se le suplica, dará fortaleza para vencer las más poderosas
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tentaciones. Todos pueden obtener esta fortaleza si la buscan con
humildad.—
Conducción del Niño, 440
.
Dios responde nuestras oraciones cuándo y cómo lo considera
mejor
Todo santo que se allega a Dios con un corazón fiel, y eleva sus
sinceras peticiones a él con fe, recibirá contestación a sus oraciones.
Vuestra fe no debe desconfiar de las promesas de Dios, porque no
veáis o sintáis la inmediata respuesta a vuestras oraciones. No temáis
confiar en Dios. Fiad en su segura promesa: “Pedid, y recibiréis”
(
Juan 16:24
) Dios es demasiado sabio para errar, y demasiado bueno
para privar de cualquier cosa buena a sus santos que andan ínte-
gramente. El hombre está sujeto a errar, y aunque sus peticiones
asciendan de un corazón sincero, no siempre pide las cosas que sean
buenas para sí mismo; o que hayan de glorificar a Dios. Cuando tal
cosa sucede, nuestro sabio y bondadoso Padre oye nuestras oracio-
nes, y nos contesta, a veces inmediatamente; pero nos da las cosas
que son mejores para nosotros y para su propia gloria. Si pudiésemos
apreciar el plan de Dios cuando nos envía sus bendiciones, veríamos
claramente que él sabe lo que es mejor para nosotros, y que nuestras
oraciones obtienen respuesta. Nunca nos da algo perjudicial, sino la
bendición que necesitamos, en lugar de algo que pedimos y que no
sería bueno para nosotros.
Vi que si no advertimos inmediatamente la respuesta a nuestras
oraciones, debemos retener firmemente nuestra fe, y no permitir que
nos embargue la desconfianza, porque ello nos separaría de Dios. Si
nuestra fe vacila, no conseguiremos nada de él. Nuestra confianza
en Dios debe ser firme; y cuando más necesitemos su bendición, ella