Página 101 - La Oraci

Basic HTML Version

Oraciones respondidas
97
Dios reclama una porción determinada de todo lo que poseemos.
Esta es la provisión que él ha hecho para sostener la predicación
del evangelio. Y debemos demostrar nuestro aprecio por sus dones
devolviendo esto a Dios. Pero si retenemos lo que le pertenece a él,
¿cómo podemos pretender sus bendiciones? Si somos mayordomos
infieles en las cosas terrenales, ¿cómo podemos esperar que él nos
confíe las celestiales? Puede ser que aquí se encuentre el secreto de
la oración no contestada.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 110
.
Insultamos a Dios cuando reclamamos las promesas sin
cumplir las condiciones
—El cumplimiento de las promesas de
Dios es condicional, y la oración no ocupará nunca el lugar del
deber. “Si me amáis—dice Cristo—, guardad mis mandamientos”.
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me
ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y
me manifestaré a él”.
Juan 14:15, 21
. Aquellos que presentan sus
peticiones ante Dios, invocando su promesa, mientras no cumplen
con las condiciones, insultan a Jehová. Invocan el nombre de Cristo
como su autoridad para el cumplimiento de la promesa, pero no ha-
cen las cosas que demostrarían fe en Cristo y amor por él.—
Palabras
de Vida del Gran Maestro, 109
.
Si las condiciones se cumplen, la promesa es inequívoca
—La
oración y la fe están íntimamente ligadas y necesitan ser estudiadas
juntas. En la oración de fe hay una ciencia divina; es una ciencia
que debe comprender todo el que quiera tener éxito en la obra de
su vida. Cristo dice: “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá”. Él explica claramente que nuestra petición
debe estar de acuerdo con la voluntad de Dios; debemos pedir cosas
que él haya prometido y todo lo que recibamos debe ser usado para
hacer su voluntad. Cuando se satisfacen las condiciones, la promesa
es indubitable.
Podemos pedir perdón por el pecado, el don del Espíritu Santo,
un carácter como el de Cristo, sabiduría y fuerza para hacer su obra,
[107]
cualquier don que él haya prometido; luego tenemos que creer para
recibir y dar gracias a Dios por lo que hemos recibido.
No necesitamos buscar una evidencia exterior de la bendición. El
don está en la promesa y podemos emprender nuestro trabajo seguros
de que Dios es capaz de cumplir lo que ha prometido y que el don,