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Oración y reavivamiento
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Reclamar con fe el cumplimiento de la promesa del Espíri-
tu
—Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que
velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu. El poder
de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Esta bendición
prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones
en su estela. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y él
está listo para proporcionarla a toda alma según su capacidad para
recibirla.—
El Deseado de Todas las Gentes, 626
.
Oremos por la lluvia tardía
—Debemos orar que Dios abra las
fuentes de las aguas de vida. Y nosotros mismos debemos recibir del
agua viva. Oremos con corazón contrito, con el mayor fervor, para
que ahora, en el tiempo de la lluvia tardía, los aguaceros de gracia
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caigan sobre nosotros. En toda reunión a que asistamos deben ascen-
der nuestras plegarias para que en este mismo tiempo Dios imparta
calor y humedad a nuestras almas. Al buscar a Dios para la recep-
ción del Espíritu Santo, este poder obrará en nosotros mansedumbre,
humildad de mente, y una dependencia consciente de Dios para la
lluvia tardía que perfecciona la obra. Si oramos por la bendición con
fe, la recibiremos como Dios lo ha prometido.—
Testimonios para
los Ministros, 518
.
Seamos fervientes en la oración y en el poder del Espíritu de
Dios
—Lo que necesitamos es la influencia vivificante del Espíritu
de Dios. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha
dicho Jehová de los ejércitos”.
Zacarías 4:6
. Orad sin cesar, y velad,
obrando en armonía con vuestras oraciones. Mientras oráis, creed,
confiad en Dios. Es el tiempo de la lluvia tardía, cuando el Señor
dará liberalmente de su Espíritu. Sed fervientes en la oración, y
velad en el Espíritu.—
Testimonios para los Ministros, 521
.
Satanás teme cuando el pueblo de Dios ora por el Espíritu
Santo
—Nada hay que Satanás tema tanto como que el pueblo de
Dios limpie el camino de todo obstáculo, de modo que el Señor
pueda derramar su Espíritu sobre una iglesia languideciente y una
congregación impenitente. Si Satanás saliera con la suya, no habría,
hasta el fin del tiempo, otro despertar, grande ni pequeño. Pero no
ignoramos sus ardides. Es posible resistir a su poder. Cuando se haya
preparado el camino para el Espíritu de Dios, vendrá la bendición.
Tan ciertamente como que Satanás no puede cerrar las ventanas
del cielo para que no caiga lluvia sobre la tierra, no puede impedir