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El ejemplo de Jesús en la oración
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nidad con la Divinidad. Recibía vida de Dios, y la impartía a los
hombres.—
La Educación, 80, 81
.
La vida de oración de Jesús revela el secreto del poder espi-
ritual
—La vida terrenal del Salvador fue una vida de comunión con
la naturaleza y con Dios. En esta comunión nos reveló el secreto de
una vida llena de poder.—
Consejos Sobre la Salud, 159
.
Jesús oraba como preparación para tareas especiales
—Je-
sús, cuando se preparaba para una gran prueba o para algún trabajo
importante, se retiraba a la soledad de los montes, y pasaba la noche
orando a su Padre. Una noche de oración precedió a la ordenación
de los apóstoles, al Sermón del Monte, a la transfiguración, y a la
agonía del pretorio y de la cruz, así como la gloría de la resurrección.
Nosotros también debemos destinar momentos especiales para
meditar, orar y recibir refrigerio espiritual. No reconocemos debida-
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mente el valor del poder y la eficacia de la oración.—
El Ministerio
de Curación, 407
.
La humanidad de Jesús hacía necesaria la oración
—Como
estaba revestido de humanidad, sentía la necesidad de la fuerza de su
Padre. Tenía lugares selectos para orar. Se deleitaba en mantenerse
en comunión con su Padre en la soledad de la montaña. En este ejer-
cicio, su alma santa y humana se fortalecía para afrontar los deberes
y las pruebas del día. Nuestro Salvador se identifica con nuestras
necesidades y debilidades, porque elevó sus súplicas nocturnas para
pedir al Padre nuevas reservas de fuerza, a fin de salir vigorizado
y refrigerado, fortalecido para afrontar el deber y la prueba. El es
nuestro ejemplo en todo. Se hermana con nuestras flaquezas, pero
no alimenta pasiones semejantes a las nuestras. Como no pecó, su
naturaleza rehuía el mal. Soportó luchas y torturas del alma en un
mundo de pecado. Dado su carácter humano, la oración era para él
una necesidad y un privilegio. Requería el más poderoso apoyo y
consuelo divino que su Padre estuviera dispuesto a impartir a quién,
para beneficio del hombre, había dejado los goces del cielo y elegido
por morada un mundo frío e ingrato. Cristo halló consuelo y gozo
en la comunión con su Padre. Allí podía descargar su corazón de los
pesares que lo abrumaban. Era Varón de dolores y experimentado
en quebranto.
Durante el día trabajaba fervientemente, haciendo bien a otros
para salvarlos de la destrucción. Sanaba a los enfermos y consolaba