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La oración en el círculo del hogar
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Los ángeles ministradores guardarán a los niños así dedicados a
Dios.—
Conducción del Niño, 491
.
Las familias deberían fijar horas para la oración matutina
y vespertina
—En cada familia debería haber una hora fija para los
cultos matutino y vespertino. ¿No conviene a los padres reunir en
derredor suyo a sus hijos antes del desayuno para agradecer al Padre
celestial por su protección durante la noche, y para pedirle su ayuda
y cuidado durante el día? ¿No es propio también, cuando llega el
anochecer, que los padres y los hijos se reúnan una vez más delante
de Dios para agradecerle las bendiciones recibidas durante el día
que termina?—
Conducción del Niño, 492
.
La oración familiar es esencial
—La oración en privado, la
oración en familia y la oración en público para rendir culto a Dios,
todas son esenciales. Y debemos vivir nuestras oraciones. Hemos de
colaborar con Cristo en su obra.—
Testimonios para la Iglesia 7:227
.
[193]
No hay nada tan triste como un hogar sin oración
—No co-
nozco nada que me cause mayor tristeza que un hogar donde no se
ora. No me siento segura en una casa tal por una sola noche, y si
no fuera por la esperanza de ayudar a los padres para que compren-
dan su necesidad y su triste descuido, no me quedaría. Los hijos
muestran el resultado de ese descuido, pues el temor de Dios no está
delante de ellos.—
Conducción del Niño, 490
.
Cada hogar debe ser una casa de oración
—Si hubo un tiempo
en el que cada casa debiera ser una casa de oración, es ahora.—
Testimonios para la Iglesia 7:44
.
La oración familiar nos coloca en la misma presencia de
Dios
—La oración, ya se eleve en público, ya se ofrezca sobre el
altar de la familia o en secreto, coloca al hombre directamente en
presencia de Dios. Mediante la oración constante los jóvenes pueden
adquirir principios tan firmes que ni siquiera las tentaciones más
arrolladoras los aparten de su fidelidad hacia Dios.—
Mi Vida Hoy,
18
.
La oración familiar trae fortaleza y bendiciones
—Debiéra-
mos orar a Dios mucho más de lo que lo hacemos. Hay gran for-
taleza y bendición al orar juntos en familia con nuestros hijos y
para ellos. Cuando mis hijos han cometido errores y he hablado con
ellos bondadosamente y luego he orado con ellos, nunca he encon-
trado la necesidad de castigarlos después. Su corazón se conmovía