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La oración y la adoración
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sin vida no fuesen pronunciadas; porque son una mera forma sin
poder vital, y no bendicen ni edifican.—
Consejos para Maestros,
Padres y Alumnos, 230
.
Las oraciones ofrecidas en público deben ser cortas y directas.
Dios no requiere de nosotros que hagamos tediosos los momentos
de culto con largas peticiones... Algunos minutos son suficientes
para una petición común en público.—
El Evangelismo, 111
.
Nuestras reuniones de oración y testimonios debieran ser oca-
siones de ayuda y animación especial. Cada uno tiene una obra que
hacer para que estas reuniones sean tan interesantes y provechosas
como sea posible. Esto puede lograrse fácilmente teniendo una fres-
ca experiencia diaria en las cosas de Dios y no vacilando en hablar
de su amor en las asambleas de su pueblo. Si no permitís que las
tinieblas o la incredulidad penetren en vuestros corazones, ellas no
se manifestarán tampoco en vuestras reuniones.
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Nuestras reuniones deben hacerse intensamente interesantes.
Deben estar impregnadas por la misma atmósfera del cielo. No haya
discursos largos y áridos ni oraciones formales simplemente para
ocupar el tiempo.—
Servicio Cristiano Eficaz, 261, 262
.
Tomen parte los niños en el culto de familia [del sábado]. Traigan
todos sus Biblias y lea cada uno de ellos uno o dos versículos. Luego
cántese algún himno familiar, seguido de oración. Para ésta, Cristo
ha dejado un modelo. El Padrenuestro no fue destinado a ser repetido
simplemente como una fórmula, sino que es una ilustración de lo
que deben ser nuestras oraciones: sencillas, fervientes y abarcantes.
En una simple petición, expresad al Señor vuestras necesidades
y gratitud por su misericordia. Así invitáis a Jesús como vuestro
huésped bienvenido en el hogar y el corazón. En la familia, las largas
oraciones acerca de objetos remotos, no están en su lugar. Hacen
cansadora la hora de la oración, cuando debiera ser considerada
como un privilegio y una bendición. Procurad que ese momento
ofrezca interés y gozo.—
Conducción del Niño, 496, 497
.
Las oraciones y los discursos largos y prosaicos no cuadran en
ningún lugar, pero mucho menos en la reunión de testimonios...
Cansan a los ángeles y a la gente que los escucha. Las oraciones
deben ser cortas y directas... Dejemos al Espíritu de Dios entrar en
nuestro corazón, y él apartará toda árida formalidad.—
Joyas de los
Testimonios 1:458
.