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La Oración
Temo que algunos no presenten sus dificultades a Dios en ora-
ción particular, sino que las reserven para la reunión de oración,
y allí eleven sus oraciones de varios días. A los tales se los puede
llamar asesinos de reuniones públicas y de oración. No emiten luz;
no edifican a nadie. Sus oraciones heladas y sus largos testimonios
de apóstatas arrojan una sombra. Todos se alegran cuando han termi-
nado, y es casi imposible desechar el enfriamiento y las tinieblas que
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sus oraciones y exhortaciones imparten a la reunión. Por la luz que
he recibido, entiendo que nuestras reuniones deben ser espirituales,
sociales y no demasiado largas. La reserva, el orgullo, la vanidad y
el temor del hombre deben quedar en casa. Las pequeñas diferencias
y los prejuicios no deben ir con nosotros a estas reuniones. Como
en una familia unida, la sencillez, la mansedumbre, la confianza y
el amor deben reinar en el corazón de los hermanos y las herma-
nas que se reúnen para ser refrigerados y vigorizados al juntar sus
luces.—
Testimonios para la Iglesia 2:511, 512
.
Las oraciones públicas deben pronunciarse en forma distin-
ta y clara
—Pronuncien sus palabras debidamente los que oran y los
que hablan; háganlo en tono claro, distinto y firme. La oración, si
se hace de una manera apropiada, es un poder para el bien. Es uno
de los medios empleados por el Señor para comunicar al pueblo los
preciosos tesoros de verdad. Pero muchas veces no es lo que debiera
ser, por causa de las voces defectuosas de los que la elevan. Satanás
se regocija cuando es casi imposible oír las oraciones ofrecidas a
Dios. Aprenda el pueblo de Dios a hablar y orar de una manera que
represente apropiadamente las grandes verdades que poseemos. Sean
claros y distintos los testimonios dados y las oraciones formuladas.
Así será glorificado el Señor.—
Obreros Evangélicos, 91
.
Utilicen lenguaje sencillo al orar en público
—El lenguaje
grandilocuente no es apropiado en la oración, ya sea la petición
hecha en el púlpito, en el círculo de la familia o en secreto. Especial-
mente aquel que ora en público debe emplear un lenguaje sencillo, a
fin de que otros puedan entender lo que dice y unirse a la petición.
Es la sentida oración de fe la que es oída en el cielo y contestada
en la tierra.—
Obreros Evangélicos, 186
.
Nuestras oraciones deben ser bien ordenadas
—He visto que
la confusión desagrada al Señor, y que debe haber orden en la ora-
ción y también en el canto. No debemos ir a la casa de Dios a orar