Página 223 - La Oraci

Basic HTML Version

La oración por los enfermos
219
llevan las cosas a un extremo, por eso he sentido que esa parte de
nuestra experiencia requiere mucho pensamiento sólido y santifica-
do, para que no hagamos cosas que podríamos llamar fe, pero que
realmente no son nada más que presunción. Las personas agobiadas
por la aflicción necesitan ser aconsejadas sabiamente, para que ac-
túen con discreción; y mientras se colocan ante Dios para que se ore
por ellas a fin de que sean sanadas, no deben adoptar la posición de
que los métodos de restauración de la salud de acuerdo con las leyes
de la naturaleza tienen que ser descuidados.
Si suponen que al orar por la sanidad no deben usar los remedios
sencillos provistos por Dios para aliviar el dolor y ayudar a la natu-
raleza en su obra, por temor a que eso signifique una negación de
la fe, están adoptando una posición que no es sabia. Eso no es una
negación de la fe, sino que está en estricta armonía con los planes de
Dios. Cuando Ezequías estuvo enfermo, el profeta de Dios le llevó
un mensaje según el cual debía morir. El clamó a Dios, y el Señor
oyó a su siervo y realizó un milagro por medio de él, y le dio un
mensaje al rey diciéndole que se habían añadido quince años más a
su vida. Una sola palabra pronunciada por Dios, un solo toque de
su dedo divino, habría sido suficiente para sanar instantáneamente
a Ezequías, pero Dios le envió instrucciones especiales según las
cuales debía aplicar una pasta de higos a la parte afectada, con lo
cual el rey sanó y fue vivificado. En todas las cosas debemos actuar
de acuerdo con las instrucciones de la providencia de Dios.
El instrumento humano debiera tener fe y colaborar con el poder
divino, usar toda facilidad a su alcance, y tomar ventaja de todo lo
que, de acuerdo con su inteligencia, sea benéfico y esté en armonía
con las leyes naturales. Al hacer esto, no está negando su fe.—
Consejos Sobre la Salud, 378, 379
.
En la Palabra de Dios encontramos instrucción respecto a la
oración especial para el restablecimiento de los enfermos. Pero el
acto de elevar tal oración es un acto solemnísimo, y no se debe
participar en él sin la debida consideración. En muchos casos en que
se ora por la curación de algún enfermo, lo que llamamos fe no es
más que presunción.
[238]
Muchas personas se acarrean la enfermedad por sus excesos. No
han vivido conforme a la ley natural o a los principios de estricta
pureza. Otros han despreciado las leyes de la salud en su modo de