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La Oración
muchos están tan cargadas de formalidad que no ejercen influencia
alguna para el bien. No son un sabor de vida.
Si los maestros quisiesen humillar sus corazones delante de Dios,
y comprender las responsabilidades que han aceptado al encargarse
de los jóvenes con el objeto de educarlos para la vida inmortal futura,
se vería en su actitud un cambio notable. Sus oraciones no serían
áridas y sin vida, sino que orarían con el fervor de las almas que
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sienten su peligro.—
Consejos para los Maestros, Padres y Alumnos,
357
.
Advertencia contra oraciones cuyo centro es el yo
—Nuestras
peticiones a Dios no debieran proceder de corazones llenos de aspi-
raciones egoístas. Díos nos exhorta a elegir los dones que redundarán
para su gloria. Desea que elijamos lo celestial en lugar de lo terreno.
Pone de manifiesto ante nosotros las posibilidades y ventajas de un
intercambio celestial. Anima nuestros propósitos más elevados, y da
seguridad a nuestro tesoro más preciado. Cuando se dejen de lado
las posesiones mundanales, el creyente se regocijará en su tesoro
celestial, las riquezas que no se pueden perder en ningún desastre
terrenal.—
Hijos e Hijas de Dios, 190
.
Se contrastan las oraciones genuinas y las falsas
—El pobre
publicano que oraba diciendo: “¡Dios, ten misericordia de mí, pe-
cador!” (
Lucas 18:13
) se consideraba a sí mismo como un hombre
muy malvado y así lo consideraban los demás, pero él sentía su
necesidad, y con su carga de pecado y vergüenza vino delante de
Dios implorando su misericordia. Su corazón estaba abierto para que
el Espíritu de Dios hiciese en él su obra de gracia y lo libertase del
poder del pecado. La oración jactanciosa y presuntuosa del fariseo
mostró que su corazón estaba cerrado a la influencia del Espíritu
Santo. Por estar lejos de Dios, no tenía idea de su propia corrupción,
que contrastaba con la perfección de la santidad divina. No sentía
necesidad alguna y no recibió nada.—
El Camino a Cristo, 29
.
Hay dos clases de oración: la que es una fórmula y la oración
de fe. La repetición de frases establecidas y habituales cuando el
corazón no siente necesidad de Dios, es una oración de forma...
Debemos tener sumo cuidado para que nuestras oraciones expresen
los deseos del corazón y lo que realmente queremos decir. Todas
las palabras rebuscadas que están a nuestro alcance no equivalen
a un solo deseo santo. Las oraciones más elocuentes son vanas