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La Oración
“la sangre de Jesucristo... nos limpia de todo pecado”.
1 Juan 1:7
.
Cuando sentimos que hemos pecado y no podemos orar, ése es el
momento de orar. Podemos estar avergonzados y profundamente
humillados, pero debemos orar y creer. “Palabra fiel y digna de ser
recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, de los cuales yo soy el primero”.
1 Timoteo 1:15
. El per-
dón, la reconciliación con Dios, no nos llegan como recompensa de
nuestras obras, ni se otorgan por méritos de hombres pecaminosos,
sino que son una dádiva que se nos concede a causa de la justicia
inmaculada de Cristo.
No debemos procurar reducir nuestra culpa hallándole excusas al
pecado. Debemos aceptar el concepto que Dios tiene del pecado, algo
muy grave en su estimación. Solamente el Calvario puede revelar la
terrible enormidad del pecado. Nuestra culpabilidad nos aplastaría
si tuviésemos que cargarla; pero el que no cometió pecado tomó
nuestro lugar; aunque no lo merecíamos, llevó nuestra iniquidad. “Si
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confesamos nuestros pecados”, Dios “es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
1 Juan 1:9
. ¡Verdad
gloriosa! El es justo con su propia ley, y es a la vez el justificador de
todos los que creen en Jesús. “¿Qué Dios como tú, que perdona la
maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo
para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia”.
Miqueas
7:18
.
“No nos dejes caer en tentación, mas líbranos del. mal”
.
Mateo
6:13
.
La tentación es incitación al pecado, cosa que no procede de
Dios, sino de Satanás y del mal que hay en nuestros propios cora-
zones. “Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie”.
Santiago 1:13
.
Satanás trata de arrastrarnos a la tentación, para que el mal de
nuestros caracteres pueda revelarse ante los hombres y los ángeles,
y él pueda reclamarnos como suyos. En la profecía simbólica de
Zacarías, se ve a Satanás de pie a la diestra del Ángel del Señor,
acusando a Josué, el sumo sacerdote, que aparece vestido con ropas
sucias, y resistiendo la obra que el Ángel desea hacer por él. Así
se representa la actitud de Satanás hacia cada alma que Cristo trata
de atraer. El enemigo nos induce a pecar, y luego nos acusa ante
el universo celestial como indignos del amor de Dios. Pero “dijo