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La Oración
en todo momento y lugar, elevando una oración silenciosa y con
corazón sincero para que pueda saber cómo hacer su voluntad. En-
tonces, cuando venga el enemigo como avenida de aguas, el Espíritu
del Señor levantará bandera en favor de usted contra ese enemigo.
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Cuando esté a punto de ceder, de perder la paciencia y el dominio
propio y manifestar un espíritu duro y condenatorio, dispuesto a
censurar y acusar, será el momento de elevar al cielo esta oración:
“¡Ayúdame, oh Dios, a resistir la tentación, a desechar de mi cora-
zón toda amargura, ira y maledicencia! Dame tu mansedumbre, tu
humildad, tu longanimidad y tu amor. No me dejes deshonrar a mi
Redentor, ni interpretar mal las palabras y los motivos de mi esposa,
de mis hijos y de mis hermanos y hermanas en la fe. Ayúdame a ser
bondadoso, compasivo, de corazón tierno y perdonador. Ayúdame a
ser un verdadero intercesor en mi hogar y a representar el carácter
de Cristo ante los demás”.—
El Hogar Adventista, 191
.
Sabemos que los peligros y las tentaciones que acechan a los
jóvenes en la actualidad no son pocos... Vivimos en días en que
se necesita constante vigilancia y oración para resistir al mal. La
preciosa Palabra de Dios es la norma para los jóvenes que desean
ser fieles al Rey del cielo. Ellos deben estudiar las Escrituras; deben
aprender de memoria un texto tras otro y adquirir un conocimien-
to de lo que el Señor ha dicho... Cuando se encuentren sufriendo
pruebas, desenvuelvan la Palabra divina ante sus ojos, y con fe y
corazones humildes busquen al Señor pidiéndole sabiduría para ha-
llar su camino, y recibir fuerza para andar por él.—
The Youth’s
Instructor, 3 de agosto de 1887
.
Los jóvenes deben declarar la guerra a todos los hábitos que
amenazan aunque sea en lo más mínimo con apartar el alma de la
senda del deber y la devoción. Han de instituir horas de oración, sin
descuidarlas nunca en lo posible. Si dejan de luchar contra las malas
costumbres que tenían antes de profesar amistad con Cristo, pronto
serán víctimas fáciles de los engaños satánicos. Pero si van armados
con la Palabra de Dios, y si la custodian en el corazón y la mente,
saldrán indemnes de todos los ataques que lancen los enemigos de
Dios y el hombre.—
Mi Vida Hoy, 325
.
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