Página 69 - La Oraci

Basic HTML Version

Capítulo 8—La oración que vence
No desconfiemos de las promesas de Dios
—Todo santo que se
allega a Dios con un corazón fiel, y eleva sus sinceras peticiones
a él con fe, recibirá contestación a sus oraciones. Vuestra fe no
debe desconfiar de las promesas de Dios, porque no veáis o sintáis
la inmediata respuesta a vuestras oraciones. No temáis confiar en
Dios. Fiad en su segura promesa: “Pedid, y recibiréis”.
Juan 16:24
.
Dios es demasiado sabio para errar, y demasiado bueno para privar
de cualquier cosa buena a sus santos que andan íntegramente. El
hombre está sujeto a errar, y aunque sus peticiones asciendan de
un corazón sincero, no siempre pide las cosas que sean buenas
para sí mismo; o que hayan de glorificar a Dios. Cuando tal cosa
sucede, nuestro sabio y bondadoso Padre oye nuestras oraciones,
y nos contesta, a veces inmediatamente; pero nos da las cosas que
son mejores para nosotros y para su propia gloria. Si pudiésemos
apreciar el plan de Dios cuando nos envía sus bendiciones, veríamos
claramente que él sabe lo que es mejor para nosotros, y que nuestras
oraciones obtienen respuesta. Nunca nos da algo perjudicial, sino la
bendición que necesitamos, en lugar de algo que pedimos y que no
sería bueno para nosotros.
Vi que si no vemos inmediatamente la respuesta a nuestras ora-
ciones, debemos retener firmemente nuestra fe, y no permitir que
nos embargue la desconfianza, porque ello nos separaría de Dios. Si
[72]
nuestra fe vacila, no conseguiremos nada de él. Nuestra confianza
en Dios debe ser firme; y cuando más necesitemos su bendición, ella
caerá sobre nosotros como una lluvia.—
Testimonios para la Iglesia
1:116
.
Nuestras oraciones deben ser fervientes y perseverantes
Dios no dice: Pedid una vez y recibiréis. Él nos ordena que pidamos.
Persistid incansablemente en la oración. El pedir con persistencia
hace más ferviente la actitud del postulante, y le imparte un deseo
mayor de recibir las cosas que pide. Cristo le dijo a Marta junto a la
tumba de Lázaro: “Si crees, verás la gloria de Dios”.
Juan 11:40
.
65