Página 78 - La Oraci

Basic HTML Version

74
La Oración
nuestro Padre celestial es movido por nuestras súplicas.—
Palabras
de Vida del Gran Maestro, 136
.
Dios responde las oraciones fervientes
—Únicamente cuando
[81]
pidamos en oración ferviente nos otorgará Dios el deseo de nuestro
corazón.—
Obreros Evangélicos, 268
.
Después de orar, continuemos reclamando las promesas
Después de hecha la oración, si no obtenemos inmediatamente la
respuesta, no nos cansemos de esperar, ni nos volvamos inestables.
No vacilemos. Aferrémonos a la promesa: “Fiel es el que os ha
llamado; el cual también lo hará”.
1 Tesalonicenses 5:24
. Como
la viuda importuna, presentemos nuestros casos con firmeza de
propósito. ¿Es importante el objeto y de gran consecuencia para
nosotros? Por cierto que sí. Entonces, no vacilemos; porque tal
vez se pruebe nuestra fe. Si lo que deseamos es valioso, merece
un esfuerzo enérgico y fervoroso. Tenemos la promesa; velemos y
oremos. Seamos firmes, y la oración será contestada; porque, ¿no es
Dios quien ha formulado la promesa? Cuanto más nos cueste obtener
algo, tanto más lo apreciaremos cuando lo obtengamos. Se nos dice
claramente que si vacilamos, ni podemos pensar que recibiremos
algo del Señor. Se nos recomienda aquí que no nos cansemos, sino
que confiemos firmemente en la promesa. Si pedimos, él nos dará
liberalmente, sin zaherir.—
Testimonios para la Iglesia 2:119
.
Dios no nos dejará volver vacíos
—Cuando nos asalten las ten-
taciones y las pruebas, acudamos a Dios para luchar con él en ora-
ción. No dejará que volvamos vacíos, sino que nos dará fortaleza y
gracia para vencer y quebrantar el poderío del enemigo.—
Primeros
Escritos, 46
.
La oración sin fe viviente no logra nada
—La fe no es senti-
miento. “Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la
demostración de las cosas que no se ven”.
Hebreos 11:1
. La verda-
dera fe no va en ningún sentido aliada a la presunción. Únicamente
aquel que tiene verdadera fe está seguro contra la presunción, porque
la presunción es la falsificación de la fe por Satanás.
La fe se aferra a las promesas de Dios, y produce fruto en obe-
diencia. La presunción se atiene también a las promesas, pero las
emplea como las empleó Satanás, para disculpar la transgresión. La
fe habría inducido a nuestros primeros padres a confiar en el amor
[82]
de Dios y obedecer sus mandamientos. La presunción los indujo a