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La Oración
los ha rodeado, verán resplandecer los brillantes rayos del Sol de
justicia.
Obren con fe, y confíen los resultados a Dios. Oren con fe, y
el misterio de su providencia dará su respuesta. Tal vez parezca, a
veces, que no pueden tener éxito. Pero trabajen y crean, poniendo
en sus esfuerzos fe, esperanza y valor. Después de hacer lo que
pueden, esperen en el Señor, declarando su fidelidad, y él cumplirá
su palabra. Aguarden, no con ansiedad inquieta, sino con fe indómita
y confianza inconmovible.—
Testimonios para la Iglesia 7:232, 233
.
Podemos obtener fuerza de Dios. Él puede ayudarnos. Puede
darnos gracia y sabiduría celestial. Si pedís con fe, recibiréis, pero
debéis velar en oración. Velar, orar, trabajar, debiera ser vuestra
consigna.—
Testimonios para la Iglesia 2:380
.
Dios nos ha enviado a trabajar en su viña. Nuestra tarea es hacer
todo lo que podemos. “Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde
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no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o
aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno”.
Eclesiastés 11:6
.
Tenemos demasiado poca fe. Limitamos al Santo de Israel. De-
bemos estar agradecidos de que Dios condescienda en usar a algunos
de nosotros como sus instrumentos. Cada oración ferviente eleva-
da con fe por algo recibirá respuesta. Ella puede no llegar como
lo habíamos esperado; pero vendrá, tal vez no como lo habíamos
planeado, pero al tiempo preciso cuando más la necesitemos... “Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid
todo lo que queréis, y os será hecho”.
Juan 15:7
.—
Notas Biográficas
de Elena G. de White, 228, 229
.
Si encontramos tiempo para orar, Dios encontrará tiempo
par responder
—Cada petición ferviente por gracia y fortaleza será
contestada... Pedid a Dios todas esas cosas que no podéis hacer solos.
Contadle todo a Jesús. Exponed abiertamente ante él los secretos de
vuestro corazón; porque su ojo escudriña los recintos más íntimos
del alma y lee vuestros pensamientos como si fueran un libro abierto.
Cuando hayáis pedido lo que sea necesario para el bien de vuestra
alma, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Aceptad sus dones de todo
corazón; porque Jesús murió para que vosotros pudierais poseer
los tesoros del cielo, y por último tener morada con los ángeles
celestiales en el reino de Dios.