Página 157 - Primeros Escritos (1962)

Basic HTML Version

Introducción
153
puesto que las puertas del infierno no han prevalecido contra la
iglesia, sino que Dios sigue teniendo un pueblo en la tierra, podemos
buscar el desarrollo de los dones en relación con el mensaje del tercer
ángel, un mensaje que hará volver a la iglesia al terreno apostólico y
la hará verdaderamente la luz—no las tinieblas—del mundo.
Además, se nos ha avisado de antemano que habría falsos pro-
fetas en los últimos días, y la Biblia nos presenta una manera de
probar sus enseñanzas para distinguir entre lo verdadero y lo falso.
La gran prueba es la ley de Dios, que se aplica tanto a las profe-
cías como al carácter moral de los profetas. Si no iban a aparecer
profecías verdaderas en los últimos días, ¿no habría sido más fácil
declararlo, y así eliminar toda probabilidad de engaño, más bien que
dar un método para probarlas, como si hubiese de haber profecías
verdaderas así como les habría falsas?
En (
Isaías 8:19, 20
) se encuentra una profecía dirigida a los
[139]
espíritus adivinadores, y la ley es presentada como la piedra de toque:
“¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme
a esto,
es porque no
les ha amanecido.” ¿Por qué decir “si no dijeren conforme,” si es que
no iba a haber ninguna manifestación espiritual verdadera o profecía
genuina? Jesús dice: “Guardaos de los falsos profetas... Por sus
frutos los conoceréis.”.
Mateo 7:15, 16
. Esta es una parte del Sermón
del Monte, y todos pueden ver que este discurso tiene una aplicación
general para la iglesia durante toda la edad evangélica. Los falsos
profetas han de conocerse por sus frutos; en otras palabras, por su
carácter moral. La única norma por la cual se puede determinar si
los frutos son buenos o malos, es la ley de Dios. Así somos llevados
a la ley y al testimonio. Los profetas verdaderos no sólo hablarán
conforme a esta palabra, sino que vivirán de acuerdo con ella. Al
que habla y vive así, no me atrevo a condenarlo.
Siempre ha sido característica de los falsos profetas que vie-
ran visiones de paz, y luego dijeran: “Paz y seguridad,” cuando ha
estado por sobrecogerlos la destrucción repentina. Los verdaderos
reprenderán siempre audazmente el pecado y darán advertencia con
respecto a la ira venidera.
Las profecías que contradicen las sencillas y positivas decla-
raciones de la Palabra, deben ser rechazadas. Así enseñó nuestro
Salvador a sus discípulos cuando les dió advertencias acerca de
cómo volvería. Cuando Jesús ascendió al cielo a la vista de sus