Página 166 - Primeros Escritos (1962)

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La caída del hombre
Los santos ángeles visitaban a menudo el huerto, y daban ins-
trucciones a Adán y Eva acerca de sus ocupaciones y también los
instruyeron acerca de la rebelión y la caída de Satanás. Los ángeles
los pusieron en guardia con respecto a Satanás y les aconsejaron que
no se separasen el uno del otro en sus ocupaciones, porque podían
encontrarse con el enemigo caído. Los ángeles les recomendaron
también que siguiesen estrictamente las indicaciones que Dios les
había dado, pues únicamente en la obediencia perfecta podían tener
seguridad. Si obraban así, el enemigo caído no tendría poder contra
ellos.
Satanás comenzó su obra con Eva, para inducirla a desobedecer.
Ella erró, primero al apartarse de su esposo; luego, al demorarse
cerca del árbol prohibido; y después, al escuchar la voz del tentador
al punto de dudar de lo que Dios había dicho: “El día que de él
comieres, ciertamente morirás.” Pensó que tal vez el Señor no quería
decir precisamente lo que había dicho, y se aventuró a extender la
mano, tomó del fruto, y comió. Era agradable al ojo y al paladar.
Entonces sintió celos de que Dios les hubiese privado de lo que era
realmente bueno para ellos, y ofreció algo de esa fruta a su esposo,
y así lo tentó. Relató a Adán todo lo que la serpiente había dicho y
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expresó su asombro de que aquélla tuviese facultad de hablar.
Vi una tristeza extenderse por el semblante de Adán. Parecía
atemorizado y asombrado. Se notaba que sostenía una lucha en su
ánimo. No le cabía duda de que se trataba del enemigo contra el cual
se los había amonestado, y que su esposa debía morir. Iban a quedar
separados. Su amor por Eva era fuerte; y dominado por un desaliento
absoluto, resolvió compartir la suerte de ella. Recibió el fruto y lo
comió rápidamente. Entonces Satanás se regocijó. Se había rebelado
en el cielo, y había ganado simpatizantes que le amaban y le seguían
en su rebelión. Había caído y hecho caer a otros consigo, y ahora
había tentado a la mujer para que desconfiase de Dios, pusiese en
duda su sabiduría, y procurase penetrar sus planes omniscientes.
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