Página 215 - Primeros Escritos (1962)

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Los judíos deciden matar a Pablo
Cuando los principales sacerdotes y gobernantes presenciaron
el efecto que tenía el relato de lo que había experimentado Pablo,
se sintieron movidos a odiarle. Vieron que predicaba audazmente a
Jesús y realizaba milagros en su nombre; multitudes le escuchaban,
se apartaban de las tradiciones y consideraban a los dirigentes judíos
como matadores del Hijo de Dios. Se encendió su ira, y se reunieron
para consultarse acerca de lo que convenía hacer para aplacar la
excitación. Convinieron en que la única conducta segura consistía en
dar muerte a Pablo. Pero Dios conocía su intención, y envió ángeles
para que lo guardasen, a fin de que pudiese vivir y cumplir su misión.
Conducidos por Satanás, los judíos incrédulos pusieron guardias
que velasen a las puertas de Damasco día y noche, a fin de que
cuando Pablo pasase por ellas pudiesen matarlo inmediatamente.
Pero Pablo había sido informado de que los judíos procuraban su
vida, y los discípulos le bajaron desde la muralla en una canasta,
y de noche. Al no poder así cumplir su propósito, los judíos se
avergonzaron e indignaron, y el propósito de Satanás fué derrotado.
Después de esto, Pablo se fué a Jerusalén para unirse a los dis-
cípulos; pero éstos le temían todos. No podían creer que fuese
discípulo. Los judíos de Damasco habían procurado quitarle la vida,
y sus propios hermanos no querían recibirle; pero Bernabé se hizo
cargo de él y le llevó a los apóstoles, declarándoles cómo había
visto al Señor en el camino y que en Damasco había predicado
valientemente en nombre de Jesús.
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Pero Satanás estaba incitando a los judíos a destruir a Pablo, y
Jesús le ordenó que dejase a Jerusalén. En compañía de Bernabé,
fué a otras ciudades predicando a Jesús y realizando milagros, y
muchos se convertían. Al ser sanado un hombre que había sido cojo
de nacimiento, la gente que adoraba a los ídolos estaba por ofrecer
sacrificio a los discípulos. Pablo se entristeció y les dijo que él y su
colaborador no eran sino hombres y que el Dios que había hecho
los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, era
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