La gran apostasía
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conversión completa de ellos. Satanás estaba tratando de corromper
las doctrinas de la Biblia.
Vi que por último el estandarte fué arriado, y que los paganos
se unían con los cristianos. Aunque esos adoradores de los ídolos
profesaban haberse convertido, trajeron consigo su idolatría a la
iglesia, y sólo cambiaron los objetos de su culto en imágenes de
los santos, y aun de Cristo y de su madre María. A medida que los
seguidores de Cristo se unían gradualmente con aquellos idólatras,
la religión cristiana se fué corrompiendo y la iglesia perdió su pureza
y su poder. Algunos se negaron a unirse con ellos; los tales conser-
varon su pureza y sólo adoraban a Dios. No quisieron postrarse ante
imagen de cosa alguna que hubiese en los cielos o abajo en la tierra.
Satanás se regocijaba por la caída de tantos; y entonces incitó a
la iglesia caída a obligar a quienes querían conservar la pureza de su
religión a que accediesen a sus ceremonias y al culto de las imágenes
o recibiesen la muerte. Los fuegos de la persecución se encendieron
nuevamente contra la verdadera iglesia de Cristo, y millones fueron
muertos sin misericordia.
Esto me fué presentado de la siguiente manera: Una gran com-
pañía de idólatras paganos llevaba una bandera negra, sobre la cual
se veían figuras del sol, la luna y las estrellas. Esta compañía parecía
feroz y airada. Se me mostró luego otra compañía que llevaba una
bandera de un blanco puro, sobre la cual estaba escrito: “Pureza y
santidad a Jehová.” Sus rostros se distinguían por su firmeza y una
resignación celestial. Vi a los paganos idólatras acercárseles, y hubo
una gran matanza. Los cristianos desaparecieron delante de ellos;
y sin embargo la compañía cristiana estrechó sus filas, y sostuvo
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con más firmeza la bandera. Al caer muchos, otros se reunían en
derredor de la bandera y ocupaban sus lugares.
Vi a la compañía de idólatras consultarse. Al no lograr que los
cristianos cediesen, convinieron en otro plan. Los vi arriar su bandera
y acercarse luego a aquella firme compañía de cristianos y hacerles
propuestas. Al principio éstas fueron rechazadas de plano. Luego vi
a la compañía cristiana consultarse. Algunos dijeron que arriarían la
bandera, aceptarían las propuestas y salvarían la vida, y al fin cobra-
rían fuerza para enarbolar la bandera entre los paganos. No obstante,
unos pocos no quisieron acceder a este plan, sino que con firmeza
prefirieron morir sosteniendo la bandera antes que arriarla. Entonces