Página 224 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
vi a muchos que arriaban la bandera y se unían con los paganos;
pero los que permanecían firmes la recogían y la enarbolaban. Vi
que constantemente había personas que abandonaban la compañía
de aquellos que llevaban la bandera pura, y se unían con los idólatras
bajo la bandera negra, para perseguir a los que llevaban la blanca.
Muchos eran muertos, y sin embargo la bandera blanca se mantenía
en alto, y otros creyentes eran suscitados para reunirse en derredor
de ella.
Los judíos que primero despertaron la ira de los paganos contra
Jesús no habían de escapar sin castigo. En la sala del tribunal, cuan-
do Pilato vaciló en condenar a Jesús, los judíos enfurecidos gritaron:
“Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.” El cumpli-
miento de esta terrible maldición que atrajeron sobre sus cabezas, lo
ha experimentado la nación judía. Los paganos y los así llamados
cristianos han sido igualmente sus enemigos. Aquellos que profesan
ser cristianos, en su celo por Cristo, a quien los judíos crucificaron,
pensaron que cuanto más los hicieran sufrir, tanto más agradarían
a Dios. Por ende muchos de los judíos incrédulos fueron muertos,
mientras que otros fueron expulsados de un lugar a otro y fueron
castigados casi de toda manera posible.
La sangre de Cristo y la de los discípulos, a quienes habían dado
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muerte, estaba sobre ellos, y fueron sometidos a terribles castigos. La
maldición de Dios los siguió, y fueron objeto de oprobio y ridículo
para los paganos y los así llamados cristianos. Fueron degradados,
rehuidos y detestados, como si estuviese sobre ellos la marca de
Caín. Sin embargo, vi que Dios había preservado maravillosamente
a ese pueblo y lo había dispersado por el mundo a fin de que fuese
reconocido como especialmente castigado por la maldición de Dios.
Vi que Dios había abandonado a los judíos como nación; pero que
miembros individuales de entre ellos se han de convertir todavía y
ser capacitados para arrancar el velo de sus corazones y ver que la
profecía relativa a ellos se ha cumplido; recibirán a Jesús como el
Salvador del mundo y verán el gran pecado que cometió su nación
al rechazarlo y crucificarlo.
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