Página 225 - Primeros Escritos (1962)

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El misterio de iniquidad
Siempre ha sido el proyecto de Satanás desviar de Jesús la aten-
ción de la gente, volverla a los hombres y destruir el sentido de la
responsabilidad individual. Fracasó Satanás en su propósito cuando
tentó al Hijo de Dios; pero tuvo más éxito en su esfuerzo con los
hombres caídos. Corrompióse el cristianismo. Papas y sacerdotes
se arrogaron una posición exaltada y enseñaron a la gente que de-
bía acudir a ellos para obtener el perdón de sus pecados en vez de
recurrir directamente a Cristo.
La gente quedó del todo engañada. Se le enseñó que el papa y
los sacerdotes eran los representantes de Cristo, cuando en verdad lo
eran de Satanás, y a Satanás adoraban cuantos ante ellos se postraban.
La gente pedía la Biblia; pero el clero creyó peligroso que la leyeran
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los fieles por sí mismos, por temor de que se ilustrasen y descubriesen
los pecados de sus instructores. Se enseñó a la gente a recibir las
palabras de esos engañadores como si proviniesen de la boca de Dios.
Ejercían sobre la mente aquel poder que sólo Dios debiera ejercer.
Si algunos se atrevían a seguir sus propias convicciones, se encendía
contra ellos el mismo odio que los judíos habían manifestado contra
Jesús, y los que tenían autoridad se revelaban sedientos de su sangre.
Me fué mostrado un tiempo en que Satanás triunfaba especial-
mente. Multitudes de cristianos eran muertos de una manera espan-
tosa, porque querían conservar la pureza de su religión. La Biblia
era odiada, y se hacían esfuerzos para raerla de la tierra. A la gente
se le prohibía leerla, so pena de muerte; y todos los ejemplares que
se podían encontrar eran quemados. Pero vi que Dios tuvo cuidado
especial de su Palabra, y la protegió. En diferentes períodos sólo
quedaron unos cuantos ejemplares de la Biblia, pero Dios no con-
sintió que se perdiera su Palabra, porque en los últimos días los
ejemplares iban a multiplicarse de tal manera que cada familia po-
dría poseerla. Vi que cuando había pocos ejemplares de la Biblia, los
perseguidos discípulos de Jesús hallaban en ella inestimable tesoro
y profundo consuelo. La leían secretamente, y quienes disfrutaban
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