Página 232 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
a adorar su santo nombre. Después que los impíos hayan sido raídos
de la tierra, toda la hueste celestial dirá: “¡Amén!”
Satanás mira con gran satisfacción a los que profesan el nombre
de Cristo, y sin embargo se adhieren estrechamente a los engaños
que el diablo mismo originó. Su obra sigue siendo la de idear nuevos
engaños, y su poder y arte en esa dirección aumentan de continuo.
El indujo a sus representantes, los papas y los sacerdotes, a exaltarse
a sí mismos y a incitar al pueblo a perseguir acerbamente y destruir a
los que no querían aceptar sus engaños. ¡Oh! ¡Cuántos sufrimientos
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y agonía fueron impuestos a los preciosos seguidores de Cristo! Los
ángeles han llevado una cuenta fiel de todo esto. Con todo regocijo
Satanás y sus malos ángeles dijeron a los ángeles que servían a
aquellos santos dolientes que los iban a matar a todos, para que no
quedase un solo cristiano verdadero en la tierra. Vi que entonces la
iglesia de Dios era pura. No había peligro de que ingresaran en ella
hombres de corazón corrupto; porque el verdadero cristiano, que se
atrevía a declarar su fe, estaba en peligro del potro, la hoguera y toda
tortura que Satanás y sus malos ángeles pudieran inventar o inspirar
a la mente del hombre.
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