Página 242 - Primeros Escritos (1962)

Basic HTML Version

238
Primeros Escritos
Los predicadores y el pueblo solían considerar misterioso el
libro del Apocalipsis y de menor importancia que otras partes de las
Escrituras Sagradas. Pero yo vi que este libro es verdaderamente
una revelación dada en beneficio especial de quienes viviesen en los
últimos días, para inducirlos a discernir su verdadera posición y su
deber. Dios dirigió la mente de Guillermo Miller hacia las profecías
y le dió gran luz sobre el Apocalipsis.
Si la gente hubiese entendido las visiones de Daniel habría com-
prendido mejor las de Juan. Pero a su debido tiempo, Dios obró en
su siervo elegido, y él, con claridad y el poder del Espíritu Santo,
explicó las profecías demostrando la concordancia entre las visiones
de Daniel y las de Juan, así como con otros pasajes de la Biblia, e
inculcó en el ánimo de la gente las sagradas y temibles amonesta-
ciones de la Escritura a prepararse para el advenimiento del Hijo del
hombre. Quienes le oyeron quedaron profundamente convencidos, y
clero y pueblo, pecadores e incrédulos, se volvieron hacia el Señor
y buscaron la preparación para estar en pie en el juicio.
Los ángeles de Dios acompañaron a Guillermo Miller en su
misión. Firme e intrépido, proclamaba el mensaje que se le había
confiado. Un mundo sumido en la maldad y una iglesia fría y munda-
na eran bastante para llamar a la acción todas sus energías y moverlo
[232]
a sufrir voluntariamente toda clase de penalidades y privaciones.
Aunque combatido por los que se llamaban cristianos y por el mun-
do, y abofeteado por Satanás y sus ángeles, no cesaba Miller de
predicar el Evangelio eterno a las multitudes siempre que se le de-
parara ocasión, pregonando cerca y lejos: “Temed a Dios, y dadle
gloria, porque la hora de su juicio ha llegado.”
* * * * *