Página 243 - Primeros Escritos (1962)

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El mensaje del primer ángel
[
Véase el Apéndice.
]
Vi que Dios estaba en la proclamación del tiempo en 1843. Era
su propósito despertar a la gente y colocarla en un punto de prue-
ba donde se decidiese en pro o en contra de la verdad. Algunos
ministros se convencieron de la exactitud de los cálculos y las in-
terpretaciones dadas a los períodos proféticos, y renunciando a su
orgullo, a sus emolumentos y a sus parroquias, fueron de lugar en
lugar para proclamar el mensaje. Pero como este mensaje del cielo
sólo podía encontrar cabida en el corazón de algunos de los que se
llamaban ministros de Cristo, la obra fué confiada a muchos que no
eran predicadores. Algunos dejaron sus campos y otros sus tiendas
y almacenes para proclamar el mensaje; y aun no faltaron profesio-
nales de carrera liberal que abandonaron el ejercicio de su profesión
para sumarse a la obra impopular de difundir el mensaje del primer
ángel.
Hubo ministros que desechando sus opiniones y sentimientos
sectarios se unieron para proclamar la venida de Jesús. Doquiera se
publicaba el mensaje, conmovíase el ánimo de la gente. Los pecado-
res se arrepentían, lloraban e impetraban perdón; y quienes habían
cometido algún hurto o desfalco, anhelaban restituir la substracción.
Los padres sentían profundísima solicitud por sus hijos. Los que
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recibían el mensaje exhortaban a los parientes y amigos todavía
no convertidos, y con el alma doblegada bajo el peso del solemne
mensaje, los amonestaban e invitaban a prepararse para la venida
del Hijo del hombre. Eran personas de corazón muy empedernido
las que no quisieron ceder al peso de las evidencias dadas por las
cariñosas advertencias. Esta obra purificadora de las almas desviaba
los afectos de las cosas mundanas y los conducía a una consagración
no sentida hasta entonces.
Millares de personas abrazaban la verdad predicada por Gui-
llermo Miller, y se levantaban siervos de Dios con el espíritu y el
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