Página 244 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
poder de Elías para proclamar el mensaje. Como Juan, el precursor
de Jesús, los que predicaban ese solemne mensaje se veían movidos
a poner la segur a la raíz de los árboles, y exhortar a los hombres
a que diesen frutos de arrepentimiento. Propendía su testimonio a
influir poderosamente en las iglesias y manifestar su verdadero ca-
rácter. Al resonar la solemne amonestación de que huyesen de la ira
venidera, muchos miembros de las iglesias recibieron el salutífero
mensaje, y echando de ver sus apostasías lloraron amargas lágrimas
de arrepentimiento, y con profunda angustia de ánimo se humillaron
ante Dios. Cuando el Espíritu de Dios se posó sobre ellos, ayudaron
a difundir el pregón: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora
de su juicio ha llegado.”
La predicación de una fecha definida para el advenimiento le-
vantó violenta oposición en todas partes, desde el ministro en el
púlpito hasta el más descuidado y empedernido pecador. El ministro
hipócrita y el descarado burlón decían: “Pero del día y la hora nadie
sabe.” Ni los unos ni los otros querían ser enseñados y corregidos por
quienes señalaban el año en que creían que terminaban los períodos
proféticos y llamaban la atención a las señales que indicaban que
Cristo estaba cerca, a las puertas. Muchos pastores del rebaño, qu
aseguraban amar a Jesús, decían que no se oponían a la predicación
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de la venida de Cristo, sino al hecho de que se fijara una fecha para
esa venida. Pero el omnividente ojo de Dios leía en sus corazones.
No deseaban que Jesús estuviese cerca. Comprendían que su pro-
fana conducta no podría resistir la prueba, porque no andaban por
el humilde sendero que trazara Cristo. Aquellos falsos pastores se
interpusieron en el camino de la obra de Dios. La verdad predicada
con poder convincente despertó a la gente, que como el carcelero
empezó a preguntar: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Pero los
malos pastores se interpusieron entre la verdad y los oyentes, pre-
dicando cosas halagadoras para apartarlos de la verdad. Se unieron
con Satanás y sus ángeles para clamar: “Paz, paz,” cuando no había
paz. Quienes amaban sus comodidades, y estaban contentos lejos
de Dios, no quisieron que se los despertase de su carnal seguridad.
Vi que los ángeles lo anotaban todo. Las vestiduras de aquellos
profanos pastores estaban teñidas con la sangre de las almas.
9—P.E.