Página 257 - Primeros Escritos (1962)

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Otra ilustración
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hacia el futuro en espera de los grandes acontecimientos relaciona-
dos con el juicio y el fin del tiempo de gracia. Era necesario que el
pueblo fuese inducido a procurar fervorosamente una preparación
inmediata.
Cuando el tiempo pasó, los que no habían recibido plenamente
la luz del ángel se unieron con aquellos que habían despreciado el
mensaje, y abrumaron de ridículo a los que estaban chasqueados.
Los ángeles tomaron nota de la situación de los que profesaban
seguir a Cristo. El transcurso del tiempo definido los había probado,
y muchos fueron pesados en la balanza y hallados faltos. En alta
voz aseveraban ser cristianos, y sin embargo no había casi detalle
alguno en que siguieran a Cristo. Satanás se regocijaba por la con-
dición de los que profesaban seguir a Jesús. Los tenía sujetos en
su trampa. Había inducido a la mayoría a dejar la senda recta, y
estaban intentando ascender al cielo por otro camino. Los ángeles
veían a los santos y puros mezclados con los pecadores de Sion y
con los hipócritas que amaban el mundo. Habían velado sobre los
verdaderos discípulos de Jesús; pero los corruptos estaban afectando
a los santos. A aquellos cuyos corazones ardían de intenso deseo de
ver a Jesús les prohibían sus profesos hermanos que hablasen de su
venida. Los ángeles veían la escena y simpatizaban con el residuo
que amaba la aparición de su Señor.
Otro poderoso ángel fué comisionado para que descendiese a
la tierra. Jesús le puso en la mano algo escrito, y cuando llegó a la
tierra, clamó: “¡Ha caído, ha caído Babilonia!” Entonces vi a los que
habían sido chasqueados alzar nuevamente los ojos al cielo, mirando
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con fe y esperanza en busca de la aparición de su Señor. Pero muchos
parecían permanecer en un estado de estupor, como si durmiesen;
sin embargo podía yo ver rasgos de profunda tristeza en sus rostros.
Los chasqueados veían por las Escrituras que estaban en el tiempo
de demora, y que debían aguardar con paciencia el cumplimiento de
la visión. La misma evidencia que los había inducido a esperar a su
Señor en 1843, los inducía a esperarlo en 1844. Sin embargo, vi que
la mayoría no poseía aquella energía que había distinguido su fe en
1843. El chasco que habían sufrido había debilitado su fe.
A medida que el pueblo de Dios se unía en el clamor del segundo
ángel, la hueste celestial manifestaba el más profundo interés en
el efecto del mensaje. Veían a muchos que llevaban el nombre de