Página 262 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
levantado; miré el interior del lugar santísimo y vi que los objetos
eran los mismos que los del lugar santísimo del santuario celestial.
El sacerdote oficiaba en ambos departamentos del terrenal. Entraba
diariamente en el primer departamento, y sólo una vez al año en el
lugar santísimo para purificarlo de los pecados allí transmitidos. Vi
que Jesús oficiaba en ambos departamentos del santuario celestial.
Los sacerdotes entraban en el terrenal con la sangre de un animal
como ofrenda por el pecado. Cristo entró en el santuario celestial
por la ofrenda de su propia sangre. Los sacerdotes terrenales eran
relevados por la muerte y, por lo tanto, no podían oficiar mucho
tiempo; pero Jesús era sacerdote para siempre. Por medio de las
ofrendas y los sacrificios llevados al santuario terrenal, los hijos de
Israel habían de compartir los méritos de un Salvador futuro. Y la
sabiduría de Dios nos dió los pormenores de esta obra para que,
considerándolos, comprendiésemos la obra de Jesús en el santuario
celestial.
Al expirar Jesús en el Calvario exclamó: “Consumado es,” y
el velo del templo se rasgó de arriba abajo en dos mitades, para
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demostrar que los servicios del santuario terrenal habían acabado
para siempre, y que Dios ya no vendría al encuentro de los sacerdotes
de ese templo terrestre para aceptar sus sacrificios. La sangre de
Cristo fué derramada entonces e iba a ser ofrecida por él mismo en
el santuario celestial. Así como el sacerdote entraba una vez al año
en el lugar santísimo para purificar el santuario terrenal, también
Jesús entró en el lugar santísimo del celestial al fin de los 2.300 días
de Daniel 8, en 1844, para hacer la expiación final por todos los que
pudiesen recibir el beneficio de su mediación, y purificar de este
modo el santuario.
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