Página 27 - Primeros Escritos (1962)

Basic HTML Version

Esto no es sorprendente. En el curso de los esfuerzos hechos
para proclamar el mensaje adventista durante el verano de 1844,
[xxvi]
habían aplicado a su experiencia la parabóla de las diez vírgenes
relatada en Mateo 25. Había habido un tiempo de tardanza. Luego
se oyó el clamor: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” Esto se
llamaba comúnmente “el clamor de media noche.” En la primera
visión de E. G. de White, ese clamor le fué mostrado como una luz
brillante situada en alto detrás de los adventistas en el comienzo de
la senda. En la parábola, leían que las vírgenes que estaban listas
entraron a las bodas con el esposo, y luego la puerta se cerró. Véase
Mateo 25:10
. Concluían de esto que el 22 de octubre de 1844 la
puerta de la misericordia se había cerrado para los que no habían
aceptado el mensaje tan ampliamente proclamado. [
Seguridad y Paz
en el Conflicto de los Siglos, 482
], E. G. de White explica así lo
experimentado entonces por los adventistas:
“Después que transcurriera la fecha en que se esperaba al Sal-
vador, siguieron creyendo que su venida estaba cercana; sostenían
que habían llegado a una crisis importante y que había cesado la
obra de Cristo como intercesor del hombre ante Dios. Les parecía
que la Biblia enseñaba que el tiempo de gracia concedido al hombre
terminaría poco antes de la venida misma del Señor en las nubes del
cielo. Eso parecía desprenderse de los pasajes bíblicos que indican
un tiempo en que los hombres buscarán, golpearán y llamarán a la
puerta de la misericordia, sin que ésta se abra. Y se preguntaban
si la fecha en que habían estado esperando la venida de Cristo no
señalaba más bien el comienzo de ese período que debía preceder
inmediatamente a su venida. Habiendo proclamado la proximidad
del juicio, consideraban que habían terminado su labor para el mun-
do, y no sentían más la obligación de trabajar por la salvación de
los pecadores, en tanto que las mofas atrevidas y blasfemas de los
impíos les parecían una evidencia adicional de que el Espíritu de
Dios se había retirado de los que rechazaran su misericordia. Todo
esto les confirmaba en la creencia de que el tiempo de gracia había
terminado, o, como decían ellos entonces, que ‘la puerta de la mise-
[xxvii]
ricordia estaba cerrada.’ ” Y a continuación la Sra. de White explica
cómo se comenzó a comprender el asunto:
“Pero una luz más viva surgió del estudio de la cuestión del
santuario. Vieron entonces que tenían razón al creer que el fin de