Página 289 - Primeros Escritos (1962)

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El tiempo de angustia
Vi a los santos abandonar las ciudades y los pueblos y juntarse
en grupos para vivir en los lugares más apartados. Los ángeles los
proveían de comida y agua, mientras que los impíos sufrían hambre
y sed. Vi después que los magnates de la tierra consultaban entre
sí, y Satanás y sus ángeles estaban atareados en torno de ellos. Vi
un edicto del que se repartieron ejemplares por distintas partes de
la tierra, el cual ordenaba que si dentro de determinado plazo no
renunciaban los santos a su fe peculiar y prescindían del sábado para
observar el primer día de la semana, quedaría la gente en libertad
para matarlos. Pero en aquella hora de prueba estaban los santos
tranquilos y serenos, esperando en Dios y apoyados en su promesa
de que se les abriría un camino de salvación. En algunos puntos
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los malvados se precipitaron contra los santos para matarlos antes
de que venciese el plazo señalado en el edicto; pero ángeles en
la persona de guerreros pelearon por ellos. Satanás quería tener el
privilegio de exterminar a los santos del Altísimo; pero Jesús ordenó
a sus ángeles que velaran por ellos. Dios tendría a honra hacer un
pacto con quienes habían guardado su ley a la vista de los paganos
circundantes; y Jesús recibiría honra al trasladar sin que vieran la
muerte a los fieles expectantes que durante tanto tiempo le habían
aguardado.
Pronto vi que los santos sufrían gran angustia mental. Parecían
rodeados por los malvados moradores de la tierra. Todas las aparien-
cias estaban en su contra, y algunos empezaron a temer que Dios
los hubiese abandonado al fin para dejarlos perecer a manos de los
malos. Pero si sus ojos hubiesen podido abrirse, se hubieran visto
circundados por los ángeles de Dios. Después llegó la multitud de
los impíos airados, y a poco una masa de ángeles malignos que ex-
citaban a los impíos a que matasen a los santos. Mas para acercarse
al pueblo de Dios era preciso que atravesasen por entre la cohorte
de ángeles santos y poderosos, lo cual era imposible. Los ángeles
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