Página 298 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
porque los habitantes de otros mundos quedaban libres de él y de
sus tentaciones.
Después vi tronos en los cuales estaban sentados Jesús y los
redimidos. Los santos reinaban como reyes y sacerdotes de Dios.
En unión con los suyos juzgaba Cristo a los impíos muertos, com-
parando sus acciones con el libro del estatuto, la Palabra de Dios,
y fallando cada caso según lo hecho con el cuerpo. Después sen-
tenciaban a los impíos a la pena que debían sufrir de acuerdo con
sus obras, y quedaba escrita frente a sus nombres en el libro de la
muerte. También Satanás y sus ángeles fueron juzgados por Jesús
y los santos. El castigo de Satanás había de ser mucho más terrible
que el de aquellos a quienes engañó. Su sufrimiento había de ser
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incomparablemente mayor. Después de perecer todos los que fueron
engañados por él, Satanás iba a continuar viviendo para sufrir mucho
más tiempo.
Terminado al cabo de los mil años el juicio de los impíos muertos,
salió Jesús de la ciudad, seguido de los santos y de una comitiva de la
hueste angélica. Descendió sobre una gran montaña, que, tan pronto
como él posó en ella los pies, se partió en dos mitades convirtiéndose
en dilatada llanura. Entonces alzamos los ojos y vimos la grande y
hermosa ciudad con doce cimientos y doce puertas, tres en cada lado
y un ángel en cada una. Exclamamos: “¡La ciudad! ¡la gran ciudad!
desciende del cielo, de Dios.” Y descendió en todo su esplendor y
gloria, asentándose en la vasta llanura que Jesús había preparado
para ella.
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