Página 308 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
Sra. de White los llama “adventistas nominales,” los que “rechazan
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la verdad presente” (pág. 69), y también “los diferentes grupos de
quienes profesan ser creyentes adventistas” (pág. 124). En remo-
tas publicaciones de nuestros antecesores, se los menciona también
como “adventistas del primer día.”
Muchísimos cristianos fueron chasqueados en el otoño de 1844
cuando Cristo no vino como ellos lo habían esperado. Los adventis-
tas se dividieron en varios grupos, cuyos sobrevivientes actuales son
un pequeño grupo denominado Iglesia Adventista Cristiana, y los
adventistas del séptimo día.
En 1844 fueron relativamente pocos los adventistas que retuvie-
ron su confianza en el cumplimiento de la profecía; pero los que
la conservaron dieron un paso adelante al aceptar el mensaje del
tercer ángel, el cual incluye la doctrina de que se debe guardar el
sábado o séptimo día de la semana como día de reposo. Acerca de
lo experimentado en aquella época crítica, Elena de White escribió
más tarde:
“Si, después del gran chasco de 1844, los adventistas se hubiesen
aferrado a su fe, y unidos hubiesen avanzado por la puerta que les
abría la providencia de Dios, recibiendo el mensaje del tercer ángel
y proclamándolo al mundo con el poder del Espíritu Santo, habrían
visto la salvación de Dios; el Señor habría obrado poderosamente
con los esfuerzos de ellos; la obra se habría terminado, y Cristo ya
habría venido para recibir a su pueblo y llevarlo a su recompensa.
“Pero durante el período de duda e incertidumbre que siguió al
chasco, muchos de los creyentes renunciaron a su fe. Se produjeron
disensiones y divisiones. Con la voz y con la pluma, la mayoría se
oponía a los pocos que, siguiendo en la providencia de Dios, recibían
la reforma relativa al sábado y comenzaban a proclamar el mensaje
del tercer ángel. Muchos de los que debieran haber dedicado su
tiempo y sus talentos al único propósito de amonestar al mundo,
se dejaban absorber por la oposición a la verdad del sábado, de
modo que su labor se dedicaba necesariamente a contestar a aquellos
opositores y a defender la verdad. La obra se vió, pues, trabada y el
mundo fue dejado en tinieblas. Si todo el grupo de los adventistas
se hubiese unido en defensa de los mandamientos de Dios y la fe
de Jesús, ¡cuán diferente habría sido nuestra historia!”—
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