Página 311 - Primeros Escritos (1962)

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Apéndice
307
párrafo en consideración se refiere a opiniones ulteriores que llegó a
sostener el Sr. Jacobs y a los errores espiritualistas que abrazó.
Página 89.
Tomás Paine
—Los escritos de Tomás Paine eran
bien conocidos y tenían muchos lectores en los Estados Unidos
entre 1840 y 1850. Su libro
La Edad de la Razón
era una obra
deísta, o mejor dicho atea y perjudicial para la fe y la práctica del
cristianismo. Comenzaba con esta declaración: “Creo en un Dios y
nada más.” Paine no tenía fe en Cristo y Satanás le usó con éxito en
sus ataques contra la Iglesia. Como bien lo indicó la Sra. de White,
si un hombre como Paine podía entrar en el cielo y recibir honores
allí, cualquier pecador podía ser admitido sin haber reformado su
vida ni haber tenido fe en Jesucristo. Ella denunció esta falacia en
lenguaje vigoroso y señaló el carácter irracional del espiritismo.
Página 101. El
perfeccionismo
—Algunos de los antiguos ad-
ventistas, poco después de 1844, perdieron su confianza en Dios y
cayeron en el fanatismo. Elena de White hizo frente a esos extre-
mistas con un “Así dice Jehová.” Reprendió a los que aseveraban
haber llegado a un estado de perfección en la carne, y sostenían, por
lo tanto, que no podían pecar. Acerca de los tales, la Sra. de White
escribió más tarde:
“Sostenían que quienes están santificados no pueden pecar. Esto
inducía naturalmente a creer que los afectos y deseos de los san-
tificados eran siempre correctos, y que nunca había riesgo de que
los indujeran a pecar. En armonía con esos sofismas, practicaban
los peores pecados bajo el manto de la santificación, y merced a su
influencia mesmérica engañosa iban adquiriendo un poder extraño
sobre algunas personas asociadas con ellos, pues dichas personas no
discernían lo malo de aquellas teorías seductoras...
[303]
“Los engaños de esos falsos maestros me fueron revelados con
claridad, y vi la terrible cuenta anotada a su cargo en los libros de
registro, así como la terrible culpabilidad que pesaba sobre esos
maestros por el hecho de que profesaban tener completa santidad
mientras que sus actos diarios ofendían los ojos de Dios.”—
Life
Sketches of Ellen G. White, 83, 84
.
Páginas 116, 117.
La cena del Señor; el lavamiento de los pies
realizado por las mujeres y el beso santo
—Una vez que los pioneros
de la Iglesia Adventista hubieron aceptado la verdad del sábado, se
dedicaron con ardor a seguir la Palabra de Dios en todos los detalles,