Página 61 - Primeros Escritos (1962)

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El sellamiento
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“Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.” Pregunté acerca
de quiénes formaban esta hueste. El ángel me dijo: “Estos son los
que una vez guardaron el sábado y lo abandonaron.” Los oí clamar
en alta voz: “Creímos en tu venida, y la proclamamos con energía.”
Y mientras hablaban, sus miradas caían sobre sus vestiduras, veían
lo escrito y prorrumpían en llanto. Vi que habían bebido de las aguas
profundas, y hollado el residuo con los pies—pisoteado el sábado—y
que por esto habían sido pesados en la balanza y hallados faltos.
Entonces el ángel que me acompañaba dirigió de nuevo mi aten-
ción a la ciudad, donde vi cuatro ángeles que volaban hacia la puerta.
Estaban presentando la tarjeta de oro al ángel de la puerta, cuando
vi a otro ángel que, volando raudamente, venía desde la dirección
de donde procedía la excelsa gloria, y clamaba en alta voz a los
demás ángeles mientras agitaba algo de alto abajo con la mano. Le
pregunté a mi guía qué significaba aquello, y me respondió que por
el momento yo no podía ver más, pero que muy pronto me explicaría
el significado de todas aquellas cosas que veía.
El sábado por la tarde, enfermó uno de nuestros miembros, y so-
licitó oraciones para recobrar la salud. Todos nos unimos en súplica
al Médico que nunca perdió un caso, y mientras el poder curati-
vo bajaba a sanar al enfermo el Espíritu descendió sobre mí y fuí
arrebatada en visión.
Vi cuatro ángeles que habían de hacer una labor en la tierra y
andaban en vías de realizarla. Jesús vestía ropas sacerdotales. Miró
compasivamente al pueblo remanente, y alzando las manos exclamó
con voz de profunda compasión: “¡Mi sangre, Padre, mi sangre, mi
sangre, mi sangre!” Entonces vi que de Dios, sentado en el gran trono
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blanco, salía una luz en extremo refulgente que derramaba sus rayos
en derredor de Jesús. Después vi un ángel comisionado por Jesús
para ir rápidamente a los cuatro ángeles que tenían determinada labor
que cumplir en la tierra, y agitando de arriba abajo algo que llevaba
en la mano, clamó en alta voz: “¡Retened! ¡Retened! ¡Retened!
¡Retened! hasta que los siervos de Dios estén sellados en la frente.”
Pregunté a mi ángel acompañante qué significaba lo que oía y
qué iban a hacer los cuatro ángeles. Me respondió que Dios era
quien refrenaba las potestades y que encargaba a sus ángeles de todo
lo relativo a la tierra; que los cuatro ángeles tenían poder de Dios
para retener los cuatro vientos, y que estaban ya a punto de soltarlos,