Página 74 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
comprar el campo.” Clamé a Dios para suplicarle que perdonara a su
pueblo, entre el cual había algunos desfallecidos y moribundos, pues
vi que llegaban rápidamente los juicios del Todopoderoso, y rogué al
ángel que hablara en su propio lenguaje a la gente. Pero él respondió:
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“Todos los truenos y relámpagos del Sinaí no conmoverían a los que
no quieren ser conmovidos por las evidentes verdades de la Palabra
de Dios, ni tampoco los despertaría el mensaje de un ángel.”
Contemplé entonces la pureza y hermosura de Jesús. Su ropaje
era más blanco que el blanco más deslumbrante. No hay lengua
alguna que pueda describir su gloria y ensalzada belleza. Todos los
que guarden los mandamientos de Dios entrarán por las puertas en
la ciudad, y tendrán derecho al árbol de la vida y a estar siempre en
la presencia de Jesús, cuyo rostro brilla más que el sol al mediodía.
Se me señaló el caso de Adán y Eva en el Edén. Comieron de la
fruta prohibida y fueron expulsados del huerto; y después la flamí-
gera espada guardó el árbol de vida para que ellos no participasen
de su fruto y fuesen pecadores inmortales. El árbol de vida había de
perpetuar la inmortalidad.
Oí que un ángel preguntaba: “¿Quién de la familia de Adán ha
traspasado el círculo de la espada de fuego y participado del árbol de
la vida?” Y oí a otro ángel que contestaba: “Ninguno de la familia
de Adán ha pasado más allá de aquella espada ni ha comido del
árbol; de modo que no hay pecador inmortal. El alma que pecare, ésa
morirá de muerte eterna, una muerte que durará para siempre y de la
cual no hay esperanza que uno resucite; y entonces se apaciguará la
ira de Dios.
“Los santos permanecerán en la santa ciudad y reinarán como
reyes y sacerdotes por mil años. Entonces descenderá Jesús con
los santos sobre el monte de las Olivas y el monte se hendirá para
convertirse en dilatada llanura donde se asiente el paraíso de Dios.
El resto de la tierra no quedará purificado hasta que, al fin de los mil
años, resuciten los impíos y se congreguen en torno de la ciudad.
Los pies de los malvados nunca profanarán la tierra renovada. Del
cielo descenderá fuego de Dios para devorarlos y quemarlos de raíz
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y rama. Satanás es la raíz y sus hijos las ramas. El mismo fuego que
devore a los malvados purificará la tierra.”
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