Página 85 - Primeros Escritos (1962)

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Los mensajeros
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También vi que Dios tenía mensajeros que quisiera usar en su
causa, pero no estaban listos. Manifestaban un espíritu demasiado
liviano y trivial para ejercer una buena influencia sobre el rebaño, y
no sentían el peso de la causa y el valor de las almas, como deben
sentirlo los mensajeros dé Dios para obtener buenos efectos. Dijo el
ángel:
“Purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová. Purifi-
caos los que lleváis los utensilios de Jehová.”
Es muy poco el bien
que pueden realizar a menos que estén completamente entregados a
Dios y sientan la importancia y la solemnidad del último mensaje de
misericordia que se está dando ahora al rebaño disperso. Algunos
que no fueron llamados por Dios están dispuestos a ir llevando el
mensaje. Pero si sintiesen el peso de la causa y las responsabilidades
que entraña una posición tal, se verían impulsados a decir humil-
demente con el apóstol: “Para estas cosas, ¿quién es suficiente?”
Un motivo por el cual están dispuestos a ir es que Dios no les ha
impuesto el peso de la causa. No todos los que proclamaron el men-
saje del primer ángel y el del segundo han de dar el tercero, aun
cuando lo hayan abrazado del todo. Algunos han estado en tantos
errores y engaños que pueden tan sólo salvar su propia alma, pero
si procuran guiar a otros, contribuirán a hacerlos caer. Pero vi que
algunos que anteriormente se sumieron en el fanatismo serían ahora
los primeros en correr antes que Dios los mandase, antes que hayan
sido purificados de sus errores pasados. Conservan el error mezclado
con la verdad, y apacentarían con esa mezcla al rebaño de Dios. Si se
les permitiese seguir adelante, el rebaño llegaría a ser enfermizo, y
habría enajenamiento y muerte como consecuencia. Vi que tendrían
que ser zarandeados y zarandeados, hasta que quedasen libres de
todos sus errores, o nunca entrarían en el reino. Los mensajeros no
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podrían tener tal confianza en el juicio y discernimiento de los que
hayan estado en errores y fanatismo como la tendrían en aquellos
que han estado en la verdad y no en errores extravagantes. Además,
muchos están demasiado inclinados a insistir en que salgan al campo
algunos que comenzaron hace poco a profesar la verdad presente,
que tienen mucho que aprender y mucho que hacer antes de estar en
orden delante de Dios ellos mismos, y a quienes les falta aún más
para poder señalar el camino a otros.
Vi la necesidad especial que tienen los mensajeros de velar y
detener todo fanatismo dondequiera que se levante. Satanás está