Página 115 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Abraham en Canaán
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a cumplirse la promesa del pacto, mientras se le negaba la dádiva de
un hijo? “¿Qué me darás, si no me has dado hijos y el mayordomo de
mi casa es ese Eliezer, el damasceno? Dijo también Abram: “Como
no me has dado prole, mi heredero será un esclavo nacido en mi
casa”.
Vers. 2, 3
. Se proponía adoptar a su fiel siervo Eliezer como
hijo y heredero. Pero se le aseguró que un hijo propio había de ser
su heredero. Entonces Dios lo llevó fuera de su tienda, y le dijo que
mirara las innumerables estrellas que brillaban en el firmamento; y
mientras lo hacía le fueron dirigidas las siguientes palabras: “Así
será tu descendencia”. “Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por
justicia”.
Vers. 5
;
Romanos 4:3
.
Aun así el patriarca suplicó que se le diera una señal visible para
confirmar su fe, y como evidencia para las futuras generaciones de
que los bondadosos propósitos que Dios tenía con ellas se cumpli-
rían. El Señor se dignó concertar un pacto con su siervo, empleando
las formas acostumbradas entre los hombres para la ratificación de
contratos solemnes. En conformidad con las indicaciones divinas,
Abraham sacrificó una novilla, una cabra y un carnero, cada uno
de tres años de edad, dividió cada cuerpo en dos partes y colocó
las piezas a poca distancia la una de la otra. Añadió una tórtola y
un palomino, que no fueron partidos. Hecho esto, Abraham pasó
reverentemente entre las porciones del sacrificio, e hizo un solemne
voto a Dios de obediencia perpetua.
Atenta y constantemente permaneció al lado de los animales
partidos, hasta la puesta del sol, para que no fueran profanados o
devorados por las aves de rapiña. Al atardecer se durmió profunda-
mente; y “el temor de una gran oscuridad cayó sobre él”.
Génesis
15:12
. Y oyó la voz de Dios diciéndole que no esperara la inmediata
posesión de la tierra prometida, y anunciándole los sufrimientos que
su posteridad tendría que soportar antes de tomar posesión de Ca-
naán. Le fue revelado el plan de redención, en la muerte de Cristo, el
gran sacrificio, y su venida en gloria. También vio Abraham la tierra
restaurada a su belleza edénica, que se le daría a él para siempre,
como pleno y final cumplimiento de la promesa.
Como garantía de este pacto de Dios con el hombre, “apareció
un horno humeante y una antorcha de fuego que pasaba por entre
los animales divididos” y aquellos símbolos de la presencia divina
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consumieron completamente las víctimas. Y otra vez oyó Abraham