Página 117 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Abraham en Canaán
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cansar. Con sus propias manos les trajo agua para que se lavaran los
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pies y se quitaran el polvo del camino. Él personalmente escogió los
alimentos para los visitantes y mientras descansaban bajo la sombra
refrescante, se sirvió la mesa, y él se mantuvo respetuosamente al
lado de ellos, mientras participaban de su hospitalidad.
Este acto de cortesía fue considerado por Dios de suficiente
importancia como para registrarlo en su Palabra; y aproximadamente
dos mil años más tarde, un apóstol inspirado se refirió a él, diciendo:
“No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin
saberlo, hospedaron ángeles”.
Hebreos 13:2
.
Abraham no había visto en sus huéspedes más que tres viajeros
cansados. No imaginó que entre ellos había Uno a quien podría
adorar sin cometer pecado. En ese momento le fue revelado el verda-
dero carácter de los mensajeros celestiales. Aunque iban en camino
como mensajeros de ira, a Abraham, el hombre de fe, le hablaron
primeramente de bendiciones. Aunque Dios es riguroso para notar la
iniquidad y castigar la transgresión, no se complace en la venganza.
La obra de la destrucción es una “extraña obra” (
Isaías 28:21
) para
el que es infinito en amor.
“La comunión íntima de Jehová es con los que lo temen”.
Sal-
mos 25:14
. Abraham había honrado a Dios, y el Señor lo honró,
haciéndole partícipe de sus consejos, y revelándole sus propósitos.
“¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer?” dijo el Señor. Véase
Génesis 18:17-33
. Dios conocía bien la medida de la culpabilidad
de Sodoma; pero se expresó a la manera de los hombres, para que
la justicia de su trato fuese comprendida. Antes de descargar sus
juicios sobre los transgresores, iría él mismo a examinar su conduc-
ta; si no habían traspasado los límites de la misericordia divina, les
concedería todavía más tiempo para que se arrepintieran.
Dos de los mensajeros celestiales se marcharon dejando a
Abraham solo con Aquel a quien reconocía ahora como el Hijo
de Dios. Y el hombre de fe intercedió en favor de los habitantes de
Sodoma. Una vez los había salvado mediante su espada, ahora trató
de salvarlos por medio de la oración. Lot y su familia habitaban aún
allí; y el amor desinteresado que movió a Abraham a rescatarlo de
los elamitas, trató ahora de salvarlo de la tempestad del juicio divino,
si era la voluntad de Dios.