Página 124 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Capítulo 13—La prueba de la fe
Este capítulo está basado en Génesis 16; 17:18; 21 y 22.
Abraham había aceptado sin hacer pregunta alguna la promesa
de un hijo, pero no esperó a que Dios cumpliera su palabra en su
oportunidad y a su manera. El Señor permitió una tardanza, para
probar su fe en el poder de Dios, pero Abraham fracasó en la prueba.
Pensando que era imposible que se le diera un hijo en su vejez, Sara
sugirió como plan mediante el cual se cumpliría el propósito divino,
que Abraham tomara por esposa a una de sus siervas. La poligamia
se había difundido tanto que había dejado de considerarse pecado;
violaba, sin embargo, la ley de Dios y destruía la santidad y la paz
de las relaciones familiares.
La unión de Abraham con Agar resultó perjudicial, no solamente
para su propia casa, sino también para las generaciones futuras. Ha-
lagada por el honor de su nueva posición como esposa de Abraham,
y con la esperanza de ser la madre de la gran nación que descendería
de él, Agar se llenó de orgullo y jactancia, y trató a su ama con
menosprecio. Los celos mutuos perturbaron la paz del hogar que
una vez había sido feliz. Viéndose forzado a escuchar las quejas de
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ambas, Abraham trató en vano de restaurar la armonía. Aunque él
se había casado con Agar por pedido de Sara, ahora ella le hacía
cargos como si fuera el culpable. Sara deseaba desterrar a su rival;
pero Abraham se negó a permitirlo; pues Agar iba a ser madre de su
hijo, que él esperaba que sería el hijo de la promesa. Sin embargo,
era la sierva de Sara, y él la dejó todavía bajo el mando de su ama.
El espíritu arrogante de Agar no quiso soportar la aspereza que su
insolencia había provocado. “Y como Sarai la afligía, Agar huyó de
su presencia”. Véase
Génesis 16:6
.
Se fue al desierto, y mientras, solitaria y sin amigos, descansaba
al lado de una fuente, un ángel del Señor se le apareció en forma
humana. Dirigiéndose a ella como “Agar, sierva de Sarai”, para
recordarle su posición y su deber, le mandó: “Vuélvete a tu señora,
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