Página 151 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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El casamiento de Isaac
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Abraham había notado los resultados que desde los días de Caín
hasta su propio tiempo dieron los casamientos entre los que temían
a Dios y los que no lo temían. Tenía ante los ojos las consecuencias
de su propio matrimonio con Agar y las de los lazos matrimoniales
de Ismael y de Lot. La falta de fe de Abraham y de Sara había dado
lugar al nacimiento de Ismael, mezcla de la descendencia justa con
la impía. La influencia del padre sobre su hijo era contrarrestada por
la de los idólatras parientes de su madre, y por la unión de Ismael
con mujeres paganas. Los celos de Agar y de las esposas que ella
había elegido para Ismael, rodeaban a su familia de una barrera que
Abraham trató en vano de romper.
Las anteriores enseñanzas de Abraham no habían quedado sin
efecto sobre Ismael, pero la influencia de sus esposas determinó la
introducción de la idolatría en su familia. Separado de su padre, e
irritado por las riñas y discordias de su familia destituida del amor y
del temor de Dios, Ismael fue incitado a escoger la vida de salvaje
merodeo como jefe del desierto, y fue “su mano se levantará contra
todos y la mano de todos contra él”.
Génesis 16:12
. En sus últimos
días se arrepintió de sus malos caminos, y volvió al Dios de su padre,
pero quedó el sello del carácter que había legado a su posteridad.
La poderosa nación que descendió de él, fue un pueblo turbulento y
pagano, que de continuo afligió a los descendientes de Isaac.
La esposa de Lot era una mujer egoísta e irreligiosa, que ejerció
su influencia para separar a su marido de Abraham. Si no hubiera
sido por ella, Lot no habría quedado en Sodoma, privado de los
consejos del sabio y piadoso patriarca. La influencia de su esposa y
las amistades que tuvo en esa ciudad impía, lo habrían inducido a
apostatar de Dios, de no haber sido por la instrucción fiel que antes
había recibido de Abraham. El casamiento de Lot y su decisión de
residir en Sodoma iniciaron una serie de sucesos cargados de males
para el mundo a través de muchas generaciones.
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Nadie que tema a Dios puede unirse sin peligro con quien no
le teme. “¿Andarán dos juntos si no están de acuerdo?”
Amós 3:3
.
La felicidad y la prosperidad del matrimonio dependen de la unidad
que haya entre los esposos; pero entre el creyente y el incrédulo hay
una diferencia radical de gustos, inclinaciones y propósitos. Sirven
a dos señores, entre los cuales la concordia es imposible. Por puros