Página 166 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

162
Historia de los Patriarcas y Profetas
Jacob trabajó fielmente siete años por Raquel, y los años durante
los cuales sirvió, “le parecieron como pocos días, porque la amaba”.
Génesis 29:20
. Pero el egoísta y codicioso Labán, deseoso de retener
tan valioso ayudante, cometió un cruel engaño al sustituir a Lea en
lugar de Raquel. El hecho de que Lea misma había participado del
engaño hizo sentir a Jacob que no la podía amar. Su indignado repro-
che fue contestado por Labán con el ofrecimiento de que trabajara
por Raquel otros siete años. Pero el padre insistió en que Lea no
debía ser repudiada, puesto que esto deshonraría a la familia. De
este modo se encontró Jacob en una situación sumamente penosa y
difícil; por fin, decidió quedarse con Lea y casarse con Raquel. Fue
siempre a Raquel a quien más amó; pero su predilección por ella
provocó envidia y celos, y su vida se vio amargada por la rivalidad
entre las dos hermanas.
Veinte años permaneció Jacob en Mesopotamia, trabajando al
servicio de Labán quien, despreciando los vínculos de parentesco,
estaba ansioso de apropiarse de todas las ventajas. Exigió catorce
años de trabajo por sus dos hijas; y durante el resto del tiempo cam-
bió diez veces el salario de Jacob. Con todo, el servicio de Jacob fue
eficiente y fiel. Las palabras que le dijo a Labán, en su última con-
versación con él, describen vivamente la vigilancia incansable con
que había cuidado los intereses de su exigente amo: “Estos veinte
años he estado contigo; tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni
yo comí carnero de tus ovejas. Nunca te traje lo arrebatado por las
fieras: yo pagaba el daño; lo hurtado, así de día como de noche, a mí
me lo cobrabas. De día me consumía el calor y de noche la helada, y
el sueño huía de mis ojos”.
Génesis 31:38-40
.
Era preciso que el pastor vigilara sus ganados de día y de noche.
Estaban expuestos al peligro de ladrones, y de numerosas fieras, que
con frecuencia hacían estragos en el ganado que no era fielmente
cuidado. Jacob tenía muchos ayudantes para apacentar los nume-
rosos rebaños de Labán; pero él mismo era responsable de todo.
Durante una parte del año era preciso que él quedara personalmente
a cargo del ganado, para evitar que en la estación seca los animales
murieran de sed, y que en los meses de frío se helaran con las cru-
das escarchas nocturnas. Jacob era el pastor jefe, y los pastores que
estaban a su servicio, eran sus ayudantes. Si faltaba una oveja, el
pastor principal sufría la pérdida, y los servidores a quienes estaba
[169]