Página 167 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Huida y destierro de Jacob
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confiada la vigilancia del ganado tenían que darle cuenta minuciosa,
si este no se encontraba en estado lozano.
La vida de aplicación y cuidado del pastor, y su tierna compasión
hacia las criaturas desvalidas confiadas a su cuidado, han servido a
los escritores inspirados para ilustrar algunas de las verdades más
preciosas del evangelio. Se compara a Cristo, en su relación con su
pueblo, con un pastor. Después de la caída del hombre vio a sus
ovejas condenadas a perecer en las sendas tenebrosas del pecado.
Para salvar a estas descarriadas, dejó los honores y la gloria de la
casa de su Padre. Dice: “Yo buscaré a la perdida y haré volver al redil
a la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré a la débil”.
“Yo salvaré a mis ovejas y nunca más serán objeto de rapiña”; “ni las
fieras del país las devorarán”. Se oye su voz que las llama a su redil:
“Y habrá un resguardo de sombra contra el calor del día, y un refugio
y escondedero contra la tempestad y el aguacero”. Su cuidado por el
rebaño es incansable. Fortalece a las ovejas débiles, libra a las que
padecen, reune los corderos en sus brazos, y los lleva en su seno.
Sus ovejas lo aman. “Pero al extraño no seguirán, sino que huirán
de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
Ezequiel 34:16,
22, 28
;
Isaías 4:6
;
Juan 10:5
.
Cristo dice: “El buen pastor su vida da por las ovejas. Pero el
asalariado, que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve
venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y
las dispersa. Así que el asalariado huye porque es asalariado y no le
importan las ovejas. Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y
las mías me conocen”.
Juan 10:11-14
.
Cristo, el pastor principal, ha confiado el rebaño a sus ministros
como subpastores; y los manda a tener el mismo interés que él mani-
festó, y que sientan la misma santa responsabilidad por el cargo que
les ha confiado. Les ha mandado solemnemente ser fieles, apacentar
el rebaño, fortalecer a los débiles, animar a los que desfallecen y
protegerlos de los lobos rapaces.
Para salvar a sus ovejas, Cristo entregó su propia vida; y señala
el amor que así demostró como ejemplo para sus pastores. “Pero el
asalariado, que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas”,
no tiene verdadero interés por el rebaño. Trabaja solamente por la
ganancia, y no cuida más que de sí mismo. Calcula su propia ventaja,